2016 puede ser un año de cambios, si así lo queremos.
A veces da la sensación de que el mundo ha descarrilado. La intensificación de los conflictos está dando lugar a la peor crisis global de refugiados desde la II Guerra Mundial. La discriminación contra grupos minoritarios es generalizada. Quienes defienden los derechos humanos son objeto de medidas implacables por parte de regímenes represivos.
No podemos ocultar la realidad del mundo en que vivimos, pero podemos luchar por el mundo que queremos.
Este año, unámonos a las personas de todo el mundo que se están alzando para protestar. Digamos a nuestros gobiernos que el 2016 es un año para que se haga justicia.
Digámosles que no pueden habar de libertad de expresión mientras detienen a manifestantes y a disidentes pacíficos. Que no pueden sermonear sobre la paz y ser al mismo tiempo los mayores fabricantes de armas del mundo. Y que no pueden predicar los derechos humanos cuando niegan a las personas refugiadas formas seguras y legales de buscar protección fuera de sus países.
Cada vez que cualquier gobierno de cualquier lugar del mundo nos falla, debemos pedirle cuentas. Debemos permanecer unidos y asegurarnos de que no se deja a nadie atrás.
Tenemos capacidad de influencia: usémosla. Queremos justicia: hagamos que suceda en 2016.
Salil Shetty
Secretario general de Amnistía Internacional