“Cada frontera que cruzas, cada compra que haces, cada llamada que marcas, cada torre de celulares por la que pasas, cada artículo que escribes, cada página que visitas… está en las manos de un sistema cuyo alcance es ilimitado pero que no tiene salvaguardas”. Edward Snowden.
En junio de 2013, Edward Snowden reveló la impresionante red de espionaje gubernamental que existe actualmente en el mundo. El documento que sacó a la luz enseña cómo los gobiernos usan la vigilancia ilegal y masiva para recolectar, archivar y analizar las comunicaciones privadas de la gente en todo el mundo.
- La vigilancia masiva nos trata a todos como criminales
Lo que los archivos de Edward Snowden nos muestran es que nuestros gobiernos están aspirando todas las comunicaciones privadas que tenemos así como cada pista de data digital que dejamos. Cuando lo hacen, abandonan cualquier cantidad de principios fundamentales de ley que indican que la vigilancia debe llevarse a cabo dirigida a targets específicos, basándose en evidencia suficiente de que algo se está haciendo mal y autorizado por una autoridad independiente que sea estricta con ese tipo de cosas, como un juez. En cambio, ellos nos tratan como sospechosos de haber cometido un crimen, y cada detalle de nuestras vidas personales es sospechoso.
2. La vigilancia masiva no ayuda a atrapar a los terroristas
Los políticos se la pasan diciendo que necesitan más espionaje para poder atrapar a los terroristas. Lo cierto es que no hay evidencia de que la vigilancia masiva los ayude. Antes de los ataques en París, los servicios de seguridad habían determinado que los sujetos que perpetraron los actos eran sospechosos, pero luego los descartó. Ninguna cantidad de vigilancia masiva de nuestra data personal sirvió. La verdad es que los gobiernos tienen reunida una cantidad de información con la que jamás soñaron. Y siempre nos dicen que necesitan más. Hace falta definir límites.
3. La vigilancia masiva acaba con los derechos fundamentales
En este momento, nuestros gobiernos nos están vendiendo la idea de que hay que decidir entre seguridad o libertad. Las sociedades han venido balanceando estas dos cosas por siglos y cuentan con reglas sólidas para proteger a la gente. Esto significa que asumimos que la gente es inocente hasta que se demuestre lo contrario, que las personas tienen derecho a la privacidad y que los gobiernos deben asegurarse de que alguien ha hecho algo malo antes de restringirle la libertad. Esas son cosas que los promotores de la vigilancia masiva quieren eliminar.
4. La vigilancia masiva puede ser usada para controlar lo que hacemos
Hay quien dice: “si no haces nada malo, no tienes nada que ocultar”. Eso es darle muchísima confianza a los líderes de ahora de que van a hacer lo correcto. El gobierno se está dando el poder de revisar la vida personal de quien sea cuando quieran. Esos son poderes formidables que se prestan a abusos. Ya sabemos que la revisión de data privada puede dirigirse hacia periodistas, perseguir activistas, perfiles y discriminar a las minorías, así como acabar con el derecho a l libertad de expresión. La gente tiene que empezar a pensar: “¿si no lo hago yo, quién?”, “¿si no es ahora, qué pasará en el futuro?”
5. La vigilancia masiva amenaza la libertad de expresión en línea
Cuando se creó, Internet era vista como un espacio donde podía florecer el debate libre. Hoy esa visión está bajo ataque. Los gobiernos quieren que aceptemos que no tenemos derechos cuando nos conectamos. Que de alguna forma, cuando tomo mi celular o me meto en mi correo electrónico, todo lo que hago o digo les pertenece. No permitiríamos este nivel de intromisión en nuestras vidas fuera de Internet, entonces no lo permitamos en línea.
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