El pueblo romaní, con una población aproximada de entre 10 y 12 millones de personas en Europa, ha sufrido desde siempre persecución, exclusión y discriminación. Según datos ofrecidos por la Agencia de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea en 2009, en general prácticamente todos los romaníes son víctimas de discriminación racial, lo que les impide encontrar trabajo o recibir enseñanza de alta calidad. Personas y comunidades romaníes son objeto de violencia por motivos de raza, y a menudo son víctimas de segregación en asentamientos informales, que a veces están ubicados al lado de lugares contaminados, de los que pueden ser desalojadas por la fuerza en cualquier momento.
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