El juicio de Tashi Wangchuk se celebró el jueves en un tribunal de la Prefectura Autónoma Tibetana de Yushu, en la provincia de Qinghai, noroeste de China. Según su abogado, la principal prueba presentada contra Tashi Wangchuk fue un cortometraje realizado por The New York Times en 2015, que documentaba la campaña de este activista por la enseñanza en lengua tibetana en las escuelas.
Tashi Wangchuk, que pasó casi dos años en prisión preventiva sin acceso a su familia, ahora está a la espera de la sentencia del tribunal.
“Resulta aterrador que Tashi Wangchuk pueda enfrentarse a hasta 15 años de cárcel simplemente por expresar su opinión en entrevistas con medios de comunicación. Los cargos contra él son flagrantemente falsos, y Tashi Wangchuk debe ser liberado de forma inmediata e incondicional”, manifestó Roseann Rife, directora de Investigación sobre Asia Oriental de Amnistía Internacional.
“El exponer y criticar la manera en que la política gubernamental está reprimiendo la lengua y la cultura tibetanas es un ejercicio legítimo de libertad de expresión. Etiquetar estas manifestaciones como una forma de ‘incitación al separatismo’ demuestra el flagrante uso indebido que las autoridades chinas hacen de este cargo penal para silenciar la disidencia.”
Cultura tibetana
Tashi Wangchuk defiende un aumento de la educación en lengua tibetana en las escuelas situadas en zonas de población tibetana, en las que el chino se ha convertido en una única lengua utilizada en la enseñanza. Este activista expresó su preocupación por el hecho de que muchos niños y niñas tibetanos no sepan hablar su idioma materno con fluidez, lo que contribuye a la extinción gradual de la cultura tibetana.
El cortometraje titulado A Tibetan’s Journey for Justice (El viaje de un tibetano en busca de justicia), realizado en 2015 por The New York Times, narra la historia del viaje de Tashi Wangchuk a Pekín para tratar de conseguir ayuda legal a fin de presentar una demanda contra las autoridades locales por la ausencia de enseñanza en tibetano en las escuelas. En él se revela que ningún bufete de abogados había estado dispuesto a hacerse cargo de la demanda y que el canal de televisión estatal CCTV, subvencionado con fondos públicos, se había negado a la petición de Tashi Wangchuk de que se informara sobre la situación. La policía utilizó el metraje filmado para demostrar que Tashi Wangchuk había incitado deliberadamente al “separatismo”, intentando desacreditar la imagen internacional del gobierno chino y sus políticas con respecto a las minorías étnicas.
“El vídeo realizado por The New York Times muestra que Tashi Wangchuk estaba tratando de expresar sus opiniones sobre la política educativa por unos medios totalmente legítimos, utilizando los medios de comunicación oficiales y el sistema judicial chino, pero nadie estaba dispuesto a tocar un tema tan delicado. Este caso demuestra la discriminación extrema que sufre la población tibetana en China hoy día, especialmente en lo que se refiere a las restricciones al derecho a la libertad de expresión y al uso de su propia lengua”, manifestó Roseann Rife.
El juicio tuvo lugar poco después de que el cineasta tibetano Dhondup Wangchen se reuniera con su familia en Estados Unidos el 26 de diciembre, casi diez años después de haber sido detenido por primera vez en China por realizar un documental independiente sobre las opiniones de la población tibetana en el periodo previo a los Juegos Olímpicos de Pekín de 2008.