Ser olvidado. Las personas que han sido encarceladas injustamente dicen que una de sus mayores preocupaciones en prisión es el miedo a ser olvidadas.
El miedo estremecedor a que, al final, lo que les pase no le importe a nadie. Una ansiedad creciente a languidecer en cautividad mientras el mundo exterior olvida poco a poco su misma existencia.
Estos pensamientos han pasado también por la cabeza del presidente de honor de Amnistía Turquía, Taner Kılıç. Este 6 de junio, el abogado de derechos humanos habrá pasado un año entero privado de libertad, aunque no ha hecho nada malo.
Pero a lo largo de esta pesadilla, se fortaleció gracias al apoyo de personas de todo el mundo: “Aunque una persona encarcelada puede caer en la trampa de creer que van a olvidarla hasta sus seres más cercanos —como a los “presos olvidados”—, en realidad mi situación ha sido la contraria. Además de mi familia y mis amigos, gracias a Amnistía Internacional, me conoce y está pendiente de mi situación gente de todo el mundo”.
Las palabras de Taner nos llevan a los orígenes del movimiento de Amnistía Internacional.
Hace casi 60 años, el 28 de mayo de 1961, el diario británico The Observer publicó un artículo titulado “Los presos olvidados”, escrito por otro abogado, Peter Benenson, que tuvo una idea sencilla: si un número suficiente de personas se tomaran la injusticia como algo personal y escribieran a los gobiernos que tratan a las personas injustamente y con crueldad, estas personas podrían crear un cambio positivo.
Benenson fundó Amnistía Internacional y acuñó el término “presos de conciencia”: personas encarceladas sólo por sus opiniones o creencias.
Lamentablemente, nuestro colega y amigo Taner no es más que uno de los muchos presos y presas de conciencia de la historia de Turquía. Los y las activistas de Amnistía llevan décadas haciendo campaña a favor de las personas encarceladas injustamente en el país e infundiéndoles esperanza.
En 1964, el expresidente Bayar envió una carta desde prisión para agradecer a Amnistía la campaña que había llevado a cabo por su libertad.
En 1971, el profesor Mümtaz Soysal escribió los siguientes versos desde la cárcel, sabiendo que activistas de Amnistía de todo el mundo estaban exigiendo su libertad:
“Pronto caerá la noche y cerrarán las puertas de la celda.
No me siento solo,
estoy con toda la humanidad y la humanidad está conmigo”.
Tras el intento fallido de golpe de Estado de julio de 2016, las autoridades utilizan deliberadamente el estado de excepción vigente como excusa para destruir a la sociedad civil. Defensores y defensoras de los derechos humanos, periodistas, miembros de sindicatos, profesionales del derecho y otros actores de la sociedad civil viven en un clima de temor constante, sin saber si serán los siguientes en oír la llamada a su puerta al amanecer por un tweet, un artículo, un discurso o simplemente por hacer su trabajo. Para todas y cada una de estas personas, un día más de prisión es un día más de injusticia.
En Amnistía Internacional nunca nos cansaremos de luchar por su libertad. Seguiremos hablando de Turquía y apoyando a las personas valientes que luchan en el terreno para defender los derechos humanos en el país.
Y seguiremos contando los días hasta que Taner salga de la cárcel y, por fin, pueda abrazar a su esposa y a sus hijas en libertad.
Hasta que llegue ese momento, podes ayudar a que se mantenga con buen ánimo enviando mensajes de solidaridad. Como dice Taner: “Sus palabras y apoyo me dan fuerzas”.
Sigamos mostrándoles a él y a las demás personas encarceladas injustamente en Turquía que nunca serán presos olvidados.