Como investigador de derechos humanos, he entrevistado a muchas personas privadas de libertad y a sus familiares. Cada entrevista es desgarradora, pero no había apreciado plenamente el dolor que sentían hasta que no lo experimenté personalmente.
Verlo y vivirlo es mil veces peor de lo que me había imaginado.
Cuando detuvieron a mi esposa Amal, me quedé conmocionado y destrozado. Amal no había hecho nada peligroso. No había cometido ningún delito. Sólo estaba denunciando el acoso sexual. Pero en Egipto, si denuncias algo como superviviente, te castigarán a ti en lugar de al perpetrador.
La violencia sexual es endémica
Todas las personas saben que hay violencia sexual en Egipto y en todo el mundo. Pero en mi país, los abusos son ahora tan habituales que ni siquiera se denuncian. Quienes se niegan a aceptarlos son excepción. Eso es lo que le pensó a Amal. Decidió pronunciarse y contar su historia... y ahora la están castigando por ello.
Desde que detuvieron a mi esposa en mayo presento un recurso tras otro contra su reclusión. Le concedieron la libertad bajo fianza en el primer sumario, en el que se la acusa de publicar un vídeo en Facebook en el que condena el acoso sexual. Pero está en detención en espera de juicio por “pertenencia a un grupo prohibido”, “uso de un sitio web para promover ideas en favor de actos terroristas” y “difusión intencional de noticias falsas que podrían dañar la seguridad y los intereses públicos”.
Ahora van a someterla a juicio a pesar de que siguen sin estar claro los cargos exactos que pesan contra ella. La primera vista judicial se celebró el 11 de agosto ante elTribunal de Delitos Menores de Maadi (El Cairo).
Estos cargos no tienen ninguna base, son absurdos y ridículos.
La cárcel destruye a las personas más fuertes
Amal está actualmente en prisión. Aunque tiene lo básico que necesita para sobrevivir, estoy preocupado por ella.
Sí, es una mujer fuerte que sueña con ser actriz algún día. Es sociable, directa, sincera, y le encanta reírse. Pero la cárcel puede destruir incluso a las personas más fuertes.
Amal sufre depresión y no está recibiendo la medicación que necesita. Hace poco tuvo complicaciones en la pierna izquierda y las autoridades de la prisión tardaron más de dos semanas en encontrar la medicación adecuada. Ninguno de nosotros entiende por qué está allí; y el hecho de que vaya a ser juzgada por tener una opinión es ridículo. Somos seres humanos con derecho a difundir ideas y comunicar nuestras esperanzas y temores para poder cambiar nuestras vidas a mejor. Deberían darnos la oportunidad de hablar libremente y juntos.
Solidaridad
Debo mantenerme fuerte para Amal y nuestro hijo de tres años. Cuando visito a Amal en la cárcel, hago todo lo que puedo para mantener alta su moral... y la mía. Es increíble ver cómo la gente se está movilizando por Amal y pidiendo su libertad. Los y las simpatizantes de Amnistía Internacional están escribiendo cartas... y es alentador ver cuántas personas se solidarizan con nosotros. Eso nos da a ambos la energía para continuar. Con tantas personas detrás de nosotros, no nos sentimos aislados y no vamos a rendirnos.
Vivir en un limbo es frustrante para todos nosotros. Mi hijo y yo seguimos esperando que pongan en libertad a Amal, y cuando eso no pasa, es desgarrador y todo el ciclo vuelve a empezar, sobre todo ahora que van a juzgarla.
Las autoridades egipcias hacen uso de estos cargos contra personas críticas y periodistas en un intento de silenciarlas. Mi esposa tuvo la valentía de hablar abiertamente de su experiencia de acoso sexual en Egipto y debería ser aplaudida por su valor, no juzgada.
Amal Fathy es parte de la campaña Valiente de Amnistía Internacional, cuyo objetivo es el reconocimiento y la protección de los defensores y defensoras de los derechos humanos en todo el mundo.