Los gobiernos de Asia meridional deben abordar con carácter inmediato las deficiencias en materia de atención de la salud y reforzar con urgencia sus sistemas sanitarios para responder al rápido aumento de casos de COVID-19 en la región, ha afirmado Amnistía Internacional.
Los sistemas de atención de la salud de India y Nepal han llegado a un punto crítico, y las organizaciones de derechos humanos han expresado su preocupación por la falta de preparación de otros países de la región para la más reciente y mortífera ola del virus. Debido a las tasas de vacunación extremadamente bajas en toda la región, Asia meridional se encuentra en una situación de gran vulnerabilidad, por lo que es necesario actuar con urgencia a nivel global para garantizar un acceso más equitativo a las vacunas.
“La catástrofe humana que tiene lugar en India y Nepal debe servir de advertencia a otros países de la región para hacer grandes inversiones en capacidad de reacción para dar una respuesta de emergencia. El virus se está propagando y traspasando fronteras a una velocidad escalofriante, y las poblaciones más marginadas de la región seguirán siendo las más afectadas”, ha afirmado Yamini Mishra, directora regional para Asia y Oceanía de Amnistía Internacional.
“Nos hallamos en un momento crítico. Menos de la décima parte de la población de la región ha sido vacunada. Las decisiones que adopten los gobiernos de Asia meridional y del mundo en los próximos días y semanas serán decisivos para mitigar el costo humano de esta última oleada.
Asia meridional, donde vive la cuarta parte de la población mundial, se está convirtiendo a pasos agigantados en el nuevo epicentro global de la pandemia de COVID-19. El 6 de mayo, India informó de más de 400.000 nuevos casos en un solo día, lo que elevó su cifra total de casos confirmados a 21,5 millones, aunque es probable que este cálculo sea muy inferior a las cifras reales. Mientas la enfermedad causa estragos en India, varios países de Asia meridional también se enfrentan a un repunte de los casos.
Nepal, que comparte una frontera porosa con India, ha comenzado ya a experimentar un repunte masivo de las infecciones. Según las cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMSA), el número de casos diarios se multiplicó por 30, pasando de 303 a 9.317, lo que representa un aumento del 2.975%, entre el 12 de abril y el 12 de mayo. El martes, Nepal registró otros 9.317 casos, lo que elevó su total a 413.111.
Tras haber interrumpido India la exportación de oxígeno, Nepal tiene dificultades para encontrar suministros alternativos. Para agravar la situación, Nepal también vive una situación de agitación política, al haber perdido su primer ministro un voto de confianza y no haber formado gobierno los partidos.
“Hemos visto cómo la escasez de oxígeno, camas de hospital, recursos humanos y medicamentos esenciales ha llevado al límite la respuesta de atención de la salud de India, cuyos recursos ya eran insuficientes. Ahora está apareciendo en Nepal una preocupante tendencia similar”, ha afirmado Yamini Mishra.
“No es este el momento de que los políticos de Nepal se entreguen a disputas políticas y luchas internas. Lo que el país necesita ahora es unidad y liderazgo para abordar la creciente crisis.”
Después de sufrir una segunda ola el año pasado, Pakistán, Bangladesh, Afganistán y Sri Lanka sufren también un repunte, con un notable incremento de las infecciones. La nueva variante india del coronavirus ha sido detectada en Sri Lanka y Bangladesh, lo que ha impulsado a las autoridades a cerrar las fronteras y prohibir la entrada de personas procedentes de India.
El confinamiento nacional de Bangladesh se ha esforzado por limitar los movimientos de la población y contener el aumento de las infecciones diarias, que a principios de abril se elevaron hasta 7.200, su punto máximo en la pandemia, antes de comenzar a reducirse. La dirección general de salud del país ha expresado preocupación por que los viajes masivos antes de las próximas celebraciones de la festividad religiosa del Eid puedan dar lugar a un repunte de las infecciones. Las autoridades de Pakistán han endurecido progresivamente las restricciones en un intento de impedir n repunte de los casos de COVID-19 durante el Eid. Mientras tanto, el gobierno de Afganistán ha hecho caso omiso hasta ahora de los consejos de su Ministerio de Salud de aplicar medidas de confinamiento.
Reforzar la capacidad de reacción y proteger a las poblaciones marginadas
Según
informaciones de medios de comunicación, las unidades de cuidados intensivos de los hospitales de Pakistán, Bangladesh, Sri Lanka y Nepal están ya llenas o cerca de su capacidad. Dadas las elevadas tasas de pobreza, la fragilidad de las infraestructuras sanitarias, las deficientes condiciones socioeconómicas, los inadecuados sistemas de protección social, el acceso limitado a agua e instalaciones de saneamiento y el inadecuado espacio para vivir, la nueva ola pone en peligro millones de vidas en la región. Según el Banco Mundial, Asia meridional tiene 0,6 camas de hospital por cada 100.000 habitantes, frente a una media de 5 en los países de ingresos altos.
“La enfermedad ha agravado la ya terrible situación de la atención de la salud en la región. Ahora más que nunca, los gobiernos de Asia meridional deben desarrollar mecanismos para fortalecer la capacidad de reacción para gestionar las cargas de pacientes, sostener servicios esenciales y reducir los efectos sociales y económicos de la pandemia”, ha afirmado Yamini Mishra.
“Al mismo tiempo, los Estados deben centrarse en proteger los derechos humanos de los grupos marginados y vulnerables en situación de alto riesgo, como las personas que dependen de un salario diario, las personas refugiadas y las internamente desplazadas, garantizando una atención de la salud equitativa. Deben tomar medidas efectivas para garantizar que las instalaciones de salud están disponibles y son asequibles y accesibles a todas las personas sin discriminación.
Cooperación internacional para un acceso equitativo a las vacunas
A partir de finales de enero, países como Bangladesh, Nepal y Sri Lanka comenzaron a recibir dosis de vacunas en forma de donaciones de India y otros países, así como a través de acuerdos comerciales. En medio de la crisis que vive actualmente, India suspendió temporalmente las exportaciones de vacunas el 24 de marzo para dar prioridad a las necesidades internas, por lo que la región adolece ahora de una grave escasez de vacunas. Las tasas de vacunación en Asia meridional siguen siendo extremadamente bajas: en Pakistán, sólo el 0,9 por ciento de la población ha recibido una dosis de la vacuna.
Amnistía Internacional pide a la comunidad internacional que muestre solidaridad y cumpla con sus obligaciones de derechos humanos de proporcionar cooperación y asistencia, proporcionando instrumentos médicos que pueden salvar vidas y eliminando incertidumbres y barreras jurídicas que puedan obstaculizar la producción y el suministro de vacunas mientras la enfermedad sigue devastando la región.
“El nuevo repunte de casos supone un enorme desafío para una región que ya tiene dificultades para vacunar a su población. En estos momentos de crisis, la comunidad internacional debe unirse y ampliar su apoyo a los países de Asia meridional garantizando el acceso equitativo a vacunas y dando prioridad a la transferencia de recursos y tecnología para producir las vacunas localmente”, ha afirmado Yamini Mishra.