El gobierno sirio debe levantar de inmediato el asedio de Deraa al Balad, que dura ya dos meses, y permitir que la ayuda humanitaria acceda sin restricciones a ese distrito de la ciudad de Deraa, donde hay unas 20.000 personas viviendo en condiciones extremas, con escasez de alimentos y prácticamente ninguna atención médica, ha declarado hoy Amnistía Internacional.
Miles de personas han huido de Deraa al Balad, en la ciudad meridional de Deraa, desde que comenzara el asedio el 24 de junio. Las agencias de ayuda humanitaria no han podido acceder a la zona sitiada, y esto ha puesto fin a la entrega de la ya escasa ayuda humanitaria y médica. Las personas atrapadas en Deraa al Balad luchan diariamente para conseguir comida, agua y medicamentos, especialmente después del cierre del único centro de atención médica, alcanzado por los proyectiles de las fuerzas gubernamentales. Los suministros llegan a cuentagotas a través de rutas de contrabando y se venden a precios exorbitantes, al alcance de muy pocas personas.
“La población civil está pagando las consecuencias de una guerra que nunca eligió librar. El gobierno sirio debe levantar inmediatamente el asedio para facilitar que las organizaciones humanitarias puedan acceder sin trabas y permitir la evacuación de las personas enfermas y heridas”, ha dicho Diana Semaan, investigadora de Amnistía Internacional sobre Siria.
Entre el 18 y el 24 de agosto, Amnistía Internacional habló con cuatro personas en Deraa al Balad: una era médico, otra, activista, dos eran residentes y dos, cooperantes.
Un cooperante dijo a la organización que en Deraa al Balad sólo quedaba comida para entre dos semanas y un mes. No hay electricidad, ni medicamentos. El cooperante añadió que no se ha permitido acceder a la zona sitiada a ninguna organización de ayuda humanitaria: el gobierno sirio sólo permite que se distribuya ayuda a las personas desplazadas internamente que están fuera de dicha zona.
Emergencia humanitaria
Las fuerzas gubernamentales han estrechado el cerco en torno a Deraa al Balad para acabar con los grupos armados que quedan y que toda la provincia vuelva a estar bajo control del gobierno. La carretera de Sijneh, el paso fronterizo de Saraya, la carretera de Al Sad y la zona del campamento de refugiados palestinos y del Golán han sido cerradas, aislando los barrios de las tierras del este y el oeste de Deraa y del centro de la ciudad.
Las personas residentes en Deraa al Balad con las que habló Amnistía Internacional dijeron que sólo se ha permitido salir de la zona sitiada a mujeres y niños y niñas menores de 15 años, a pie y tras someterlos a controles de seguridad y decirles que dejaran sus documentos de identidad.
Según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCAH), unas 38.600 personas, la mayoría mujeres, niños y niñas, han huido del distrito de Deraa al Balad hacia otras zonas de la ciudad de Deraa y zonas circundantes. Este éxodo se produjo cuando el gobierno abrió el puesto fronterizo de Saraya para que la gente saliera, cerrándolo poco después. La mayoría de las personas desplazadas internamente están alojadas con familiares y amigos, mientras que otras viven en seis refugios colectivos (colegios y mezquitas).
En los combates entre el gobierno sirio y grupos armados en la zona han muerto y han resultado heridas cientos de personas desde finales de julio. El 26 de julio, los bombardeos de artillería de las fuerzas gubernamentales alcanzaron el único centro médico del distrito. Dos médicos dijeron a Amnistía Internacional que desde entonces el personal médico tiene que ver a los pacientes en sus casas y atenderlos como puede.
Antes, los pacientes graves eran trasladados a hospitales de zonas controladas por el gobierno, como el Hospital Nacional de Deraa, en Deraa al Mhatta, pero ahora el gobierno sirio autoriza muy pocas evacuaciones por razones médicas. Muchas personas enfermas o heridas deciden quedarse en Deraa al Balad por temor a ser detenidas o sufrir represalias a manos de las fuerzas gubernamentales.
El 20 de agosto, una residente en Deraa al Balad contó a Amnistía Internacional lo siguiente sobre las condiciones de vida allí:
“En las tiendas casi no hay comida. Estoy arreglándome con lo que ya tenía en casa: pasta, arroz, lentejas, cosas así. En el vecindario hay una mujer que tiene una vaca y con la leche que nos da a algunos, hacemos yogur. Pasamos mucho tiempo sin electricidad, algo que ya sucedía antes del asedio”, afirmó.
La mujer describió la apremiante necesidad de ayuda humanitaria y médica existente al haberse cerrado todos los pasos fronterizos, y lo excepcionales y complicadas que son las evacuaciones médicas de urgencia:
“Mi primo por parte de padre cayó enfermo y necesitaba atención médica urgente, pero no pudieron evacuarlo, el gobierno se negó, y murió [...] Mi vecino también murió de una embolia. Estaba enfermo, pero tenía demasiado miedo como para ir a un hospital fuera de Deraa al Balad. A pesar de su avanzada edad, temía que lo detuvieran.”
Un activista en medios de comunicación dijo al equipo de investigación de Amnistía Internacional que el asedio del distrito se debía a su postura política, contraria a las elecciones presidenciales de mayo.
“Una vez más, el gobierno sirio recurre a su táctica de obligar a 'rendirse o morir de hambre', una combinación de asedio ilegítimo y bombardeo indiscriminado de zonas con gran densidad de población civil para forzar a las fuerzas armadas de oposición a rendirse y evacuar la zona. A la gente se le está haciendo pasar hambre y se le impide satisfacer necesidades básicas en castigo por expresar opiniones distintas de las del gobierno”, ha señalado Diana Semaan.