Un poeta satírico encarcelado en Myanmar, un trabajador de una ONG detenido en Burundi, participantes en una marcha del Orgullo detenidos en Turquía, un adolescente de 16 años condenado a muerte en Nigeria. Todas estas personas se enfrentaron a injusticias terribles y todas están ya en libertad; son una pequeña muestra de los cientos de vidas que ha cambiado la campaña Escribe por los Derechos.
En octubre de 2001, un reducido grupo de miembros de Amnistía se reunió en Varsovia (Polonia) para planificar actividades en torno al 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos. Ni se imaginaban que, 20 años después, su “sencillo plan” cambiaría la vida de incontables personas en todo el mundo.
En 2001, activistas de Polonia escribieron cartas a las autoridades durante 24 horas seguidas y cada carta tenía como fin acabar con una injusticia de derechos humanos: ¡con aquellas 2.326 cartas nació Escribe por los Derechos!
En 2002, la campaña se hizo global cuando activistas de otros 18 países se sumaron a los de Polonia. En 2005 ya era aún mayor, con la participación de 37 países. Comenzó a mediodía del 10 de diciembre en Japón y Malasia, después pasó a Mongolia y Nepal, luego a países de Europa, África y Oriente Medio, y terminó en las Américas. Al término del periodo de 24 horas, se habían escrito más de 80.000 cartas.
De una semilla pequeña puede surgir un árbol gigante, y lo que empezó siendo un grupo de amigos participando en una “maratón de envío de cartas” durante 24 horas hoy es la mayor campaña de derechos humanos en el mundo. En 2019, las 24 horas ya se habían convertido en dos semanas de actividades, con la participación de más de 100 países y 6,6 millones de cartas, correos electrónicos, mensajes de texto y tuits enviados. Desde conciertos de música en Burkina Faso hasta espectáculos teatrales en Marruecos, giras de oradores en Noruega, exposiciones de arte en Brasil y más de 700 escuelas en Polonia, Escribe por los Derechos ha crecido y se ha transformado en algo realmente asombroso.
La campaña no sólo ha aumentado en participación, sino también en logros. Escribe por los Derechos ha cambiado la vida de las personas cuyos casos se han abordado en las campañas. En 2019, Paing Phyo Min, activista estudiantil y poeta de 24 años, fue detenido tras un recital de poesía satírica en el que criticaba a las fuerzas armadas de Myanmar. Entre otras cosas, fue acusado de “incitación” porque, según las autoridades, su recital de poesía animaba a los miembros del ejército a incumplir su deber. Paing Phyo Min fue condenado a seis años de prisión. La campaña reunió más de 300.000 cartas y tarjetas postales, firmas y tuits en favor de Paing Phyo Min. Pocos meses después, en abril de 2021, Paing Phyo fue liberado de la cárcel.
El 30 de junio de 2021, Germain Rukuki, defensor de los derechos humanos de Burundi, quedó en libertad tras haber cumplido más de cuatro años de prisión. Nunca debería haber sido encarcelado: Germain fue detenido, juzgado y condenado simplemente por su labor de defensa de los derechos humanos.
Durante la campaña Escribe por los Derechos, simpatizantes de todo el mundo emprendieron más de 436.000 acciones para pedir la libertad de Germain. Su esposa, Emelyne Mupfasoni, expresaba así su agradecimiento a quienes habían actuado en su favor: “De todo corazón, quiero dar las gracias a todas las personas que se han movilizado y han hecho posible que Germain se reúna pronto con nosotros”.
En Ankara (Turquía), 18 estudiantes y un profesor universitario fueron sometidos a un juicio que duró más de dos años por organizar un acto del Orgullo en la Universidad Técnica de Oriente Medio (METU) en 2019. Se emprendieron más de 445.000 acciones en favor de los acusados de la METU, que se enfrentaban a tres años de prisión si eran declarados culpables. Melike Balkan y Özgür Gür, que estaban entre los 19 acusados, se sumaron con entusiasmo a la campaña y participaron en numerosas actividades. Aunque la pandemia de COVID-19 no permitía viajar, participaron en más de 20 reuniones online con miembros de Amnistía y estudiantes de todo el mundo. El 8 de octubre de 2021 fueron absueltos de casi todos los cargos. Melike y Özgür decidieron fundar su propia ONG para promover, defender y hacer campaña por los derechos de jóvenes LGBTI+ y estudiantes de Turquía.
Melike y Özgür no son las únicas personas que protagonizan un caso de Escribe por los Derechos y participan activamente en la campaña.
En Escribe por los Derechos de 2014, cientos de miles de personas de todo el mundo pidieron la liberación de Moses Akatugba. En 2005, Moses tenía sólo 16 años cuando fue acusado de robar tres teléfonos móviles, torturado por la policía para obtener su “confesión” y condenado a muerte.
En junio de 2015, después de más de 800.000 mensajes dirigidos al gobernador del estado nigeriano de Delta, Moses fue indultado. Cuando finalmente salió de prisión, quiso expresar su enorme gratitud a todas las personas que habían escrito en su favor, diciendo: “Quiero asegurarles que este enorme esfuerzo que me han dedicado no será en vano: con ayuda de Dios, estaré a la altura de sus expectativas. Prometo ser activista de derechos humanos para luchar por otras personas”.
Y vaya si lo hizo.
En diciembre de 2019, Moses viajó a la sede del Parlamento Europeo en Bruselas para participar en acciones de Escribe por los Derechos en favor de Magai Matiop Ngong,] sursudanés de 15 años cuyo caso figuraba en la campaña de ese año. Como Moses, Magai había sido condenado a muerte cuando era sólo un niño. Moses aprovechó su experiencia única para hacer campaña en favor de Magai. Tras más de 700.000 cartas, tuits, tarjetas postales y mensajes, el Tribunal de Apelación de Sudán del Sur anuló la condena a muerte impuesta a Magai, señalando que era menor de edad en el momento de cometer el delito.
Desde Moses hasta Melike y Özgür, sus inspiradores casos sólo representan una muestra de todas las personas que han quedado en libertad en estos 20 años, gracias a vuestro increíble trabajo. Nada es comparable al poder de la gente, y la campaña de Amnistía Internacional demuestra que escribir una carta, enviar un tuit o firmar una petición puede cambiar realmente la vida de una persona.