DERECHOS DE LAS MUJERES
La inmensa mayoría de las mujeres que mueren son pobres y viven en países en desarrollo. En los países ricos, hay más probabilidades de que las mujeres que mueren procedan de comunidades marginadas y pobres.
Esto es algo más que una simple emergencia de salud de alcance mundial: es un escándalo de derechos humanos.
Las mujeres tienen derecho a la vida, pero mueren innecesariamente a causa de la pobreza, la injusticia y la discriminación de género. Las mujeres tienen derecho al disfrute del más alto nivel posible de salud, pero para acceder a la atención a la salud se enfrentan a dificultades económicas y sociales. Las mujeres tienen derecho a decidir cuándo quedarse embarazadas, pero a muchas se les niegan los métodos anticonceptivos y el control sobre su propio cuerpo.
La asistencia especializada durante el parto y la atención obstétrica de emergencia son fundamentales para reducir la mortalidad materna. Pero en muchos lugares, los servicios de asistencia médica son de baja calidad o simplemente inaccesibles, sobre todo para las mujeres que viven en la pobreza y las que viven en zonas apartadas. Los gobiernos son los responsables de prestar esos servicios.
Cuando las mujeres que viven en la pobreza tienen que pagar la atención médica se producen retrasos en la decisión de ir a la clínica o al hospital, retrasos en el desplazamiento al centro correspondiente debido al tiempo invertido en recaudar el dinero necesario y retrasos en recibir el tratamiento una vez están allí. Estos retrasos pueden ser mortales.
La pobreza causa mortalidad materna, y las muertes y lesiones derivadas de la maternidad hunden más a las familias en la pobreza. Las mujeres que mueren dejan tras de sí familias que luchan por sobrevivir. Cada año, más de un millón de niños y niñas se quedan huérfanos de madre.
La mortalidad materna es reflejo del ciclo de abusos contra los derechos humanos –privaciones, exclusión, inseguridad y carencia de voz– que define y perpetúa la pobreza.