En agosto de 2017, las fuerzas de seguridad de Myanmar emprendieron una brutal campaña de limpieza étnica contra la comunidad musulmana rohinyá. Cientos de miles de personas huyeron a través de la frontera para refugiarse en Bangladesh.
En un informe de 2022, Amnistía Internacional denunció que Meta, propietaria de Facebook, había contribuido sustancialmente a las atrocidades sufridas por el pueblo rohinyá al amplificar de manera proactiva el contenido nocivo contra esta comunidad en Myanmar en 2017.
La activista rohinyá Umme Salma, colegiala de 13 años en 2017, fue una de las afectadas. Vivía en el campamento para personas refugiadas de Kutupalong, en el sur de Bangladesh, donde defendía activamente el derecho a la educación de la comunidad rohinyá.
En la actualidad tiene 20 años y estudia Desarrollo Internacional en el Fanshawe College de Canadá.
Meta se enfrenta actualmente a al menos tres solicitudes activas de reparación al pueblo rohinyá. Grupos de personas refugiadas en Cox’s Bazar también han pedido directamente a Meta una reparación de un millón de dólares estadounidenses para financiar un proyecto de educación en los campos para personas refugiadas. Al no proporcionar Meta ningún recurso efectivo y rechazar la solicitud de la comunidad de financiar escuelas infantiles en los campos, un grupo de personas refugiadas rohinyás, incluida Umme, presentó una queja contra la empresa en virtud de las Líneas Directrices de la OCDE para Empresas Multinacionales, a través del Punto Nacional de Contacto Irlandés (NCP) y con la ayuda de Victim Advocates International (VAI).
Dado que Meta está domiciliada en Estados Unidos, la denuncia se trasladó al NCP en Estados Unidos en junio de 2022. Desde septiembre de ese año, la denuncia continúa en examen. Amnistía Internacional es parte asociada de VAI y apoya a los grupos de la comunidad rohinyá en su búsqueda de justicia.
En su ensayo, publicado para conmemorar el séptimo aniversario de la violencia contra el pueblo rohinyá, Umme habla sobre cómo es crecer en un campo para personas refugiadas y argumenta que Meta debería proporcionar recursos para su educación como parte de las medidas de reparación.
La vida era difícil para nosotros. No teníamos suficientes ingresos. No había espacio suficiente para los ocho miembros de la familia. Sólo dos habitaciones y una cocina. El Programa Mundial de Alimentos (PMA) repartía raciones de comida, pero no eran suficientes.
Cuando vivía en el campo para personas refugiadas, fundé la organización Literature and Handicap for Rohingya Women para la alfabetización y empoderamiento de las mujeres y niñas rohinyás. Para que aprendieran a leer y escribir. Para que conocieran los derechos humanos, la justicia y la violencia de género.
Mi intención era que tuvieran una fuente de ingresos. Ayudarlas a ganar dinero para cubrir sus necesidades básicas. También impartía cursos de bordado y máquina de coser y formación para el desarrollo de las capacidades de las mujeres. Me dije a mí misma: “Tengo que hacer algo”. Así es como nació la organización.
También me apasiona la fotografía. Me sirve para contar a otras personas la difícil situación del pueblo rohinyá. Quiero que la comunidad internacional vea lo que hay dentro de los campos para personas refugiadas. Desde niña siempre quise ser periodista. No cumplí mi sueño, pero ahora estoy realizando mi pasión [la fotografía] y al mismo tiempo comparto los problemas y el sufrimiento de la comunidad rohinyá en los campos.
Es importante para mí porque hay personas en todo el mundo que no conocen al pueblo rohinyá, no conocen nuestra cultura ni conocen nuestros problemas. El mundo debería saber que tenemos una cultura y una lengua muy ricas. Es hora de ilustrar a los demás sobre nuestra realidad.
No hay educación formal en los campos para rohinyás. Mi propio hermano menor, todos mis hermanos son analfabetos porque no tuvieron la oportunidad de ir a la escuela allí. No acceder a la educación es otra forma de matar indirectamente a una generación. Todos deberían tener la oportunidad de educarse y demostrar su talento, pero no hay nada. Cuando recibes educación, sabes distinguir lo correcto de lo incorrecto. Puedes ver el mundo real. Puedes entender lo que está pasando.
Hacer que Meta rinda cuentas
En 2017 sufrimos mucho en Myanmar por culpa del contenido [digital] que incitaba a la discriminación, el odio y la violencia contra la comunidad rohinyá.
Podían haber evitado que esto sucediera en Facebook. Son ellos quienes controlan sus redes sociales y todo lo que pasa por su plataforma. Si hubieran querido, podían haberlo frenado en seco, podían haber alzado la voz contra la injusticia que estaba sufriendo el pueblo rohinyá.
Habitantes de Myanmar estaban difundiendo discursos de odio contra el pueblo rohinyá en 2017, pero Meta guardó silencio. Tienen una responsabilidad para con las personas que sufrieron esos ataques en 2017.
Lamentablemente, no hicieron lo suficiente. Soy testigo de lo que estaba sucediendo cuando permitieron el discurso de odio contra mi comunidad.
Pregunto a Meta por qué permiten que prevalezca la injusticia al no proporcionar una reparación adecuada, por qué no están ayudando al sufrido pueblo rohinyá.
Como mínimo, deberían proporcionar un fondo para la educación de las personas refugiadas rohinyás, como pedimos que hicieran como parte de las medidas de reparación.
Siete años después, el pueblo rohinyá sigue sufriendo
La situación empeora día a día para quienes viven en los campos para personas refugiadas en Bangladesh. Las raciones de comida son escasas. Las provisiones médicas se están agotando rápidamente debido a que hay muchas enfermedades en los campos.
La situación en Myanmar también está empeorando y las personas que viven en los campos de Bangladesh están preocupadas por quienes se quedaron allí. El gobierno de Myanmar mata personas a diario, pero el mundo no dice nada. Se toman su tiempo para resolver la crisis del pueblo rohinyá, pero ¿qué les impide educar a los niños y niñas que están en los campos para personas refugiadas rohinyás?
La gente va a sufrir aún más por esta situación. No sé cuánto más aguantarán, pero tienen muchas dificultades, están perdiendo la esperanza y no tienen la convicción firme de que mañana será mejor ni de que mañana seguirán con vida.
Umme Salma
En 2017, el mundo dijo que no sabía lo suficiente sobre la discriminación que estábamos sufriendo por parte del gobierno de Myanmar. Ahora, el mundo lo sabe todo sobre la situación actual en las zonas de Maungdaw y Buthidaung, en el estado de Rakáin. Los rohinyás están siendo asesinados por el Ejército de Arakán, grupo armado que afirma luchar en nombre del grupo étnico rakáin.
La gente que sigue allí pide a gritos protección de la comunidad internacional, mientras el Ejército de Arakán niega las acusaciones y el mundo guarda silencio.
Es como una película que el mundo está viendo. Una película de acción que no es real. Es como si la gente estuviera mirando pero no viera lo que está sucediendo en realidad.
El gobierno de Myanmar está matando personas todos los días y las personas refugiadas en Bangladesh siguen sufriendo, pero el mundo no dice nada. Es hora de que obtengamos alguna reparación que al menos nos ayude a construir un futuro mejor, y un comienzo sería que los niños y niñas de los campos para personas refugiadas rohinyás tengan acceso adecuado a la educación.