
Li Tingting fue una de las cinco activistas feministas detenidas por la policía china por organizar una campaña para poner de relieve el acoso sexual en vísperas del Día Internacional de la Mujer de 2015. Diez años después, evalúa un decenio de avances —y retrocesos— en los derechos de las mujeres en China.
Pero la víspera de nuestra acción, y dos días antes del Día Internacional de la Mujer de 2015, nos detuvieron y estuvimos recluidas durante 37 días, por cargos de “provocar peleas y crear problemas”. Nos empezaron a conocer como las “Cinco Feministas”.
Hoy se considera que aquel momento fue muy importante para el movimiento feminista de China. Pero para mí personalmente, la detención también tuvo un impacto profundo.
No había previsto que me detuvieran tan pronto. Durante el tiempo que pasé bajo custodia, me recordé cada día que debía seguir siendo fuerte, persistente y paciente, firmemente convencida de mi inocencia. Después de mi liberación, soporté el trauma de mi experiencia, pero también encontré el apoyo de aliados internacionales y nacionales y de mi familia. Cuando mi padre y mi madre accedieron a una entrevista en Al Yazira, la policía rodeó nuestro pueblo e impidió la entrada de personas extranjeras. Detuvieron a mis padres en una casa y les prohibieron salir o ir a trabajar. Mis progenitores estaban aterrorizados, pero apenas me culparon a mí.
Esta experiencia profundizó sobremanera mi conocimiento del sistema de censura de China y de la sensibilidad política que rodea las cuestiones feministas. El feminismo había sido totalmente estigmatizado como ideología política peligrosa, como una “amenaza” que había que contener.
La Federación de Mujeres de China (afín al Partido Comunista Chino) llegó incluso a calificar el feminismo de “ideología occidental” y a propugnar la observancia de su interpretación de las ideas marxistas sobre las mujeres y a distinguirla deliberadamente de los principios feministas occidentales.
El cambio del panorama de los derechos de las mujeres en China
Durante el último decenio, los derechos de las mujeres en China han experimentado retrocesos y avances. A nivel gubernamental, las cuestiones de género se han marginado cada vez más, se ha reprimido sistemáticamente a las personas activistas feministas, y el discurso público ha sido objeto de grandes restricciones.
Sin embargo, en la sociedad civil, la sensibilización sobre las cuestiones de género no ha dejado de crecer. Desde el movimiento #MeToo hasta las demandas por acoso sexual resueltas favorablemente, desde la creciente intolerancia respecto a la violencia de género hasta la defensa actual del matrimonio igualitario, son cada vez más las mujeres y las personas LGBTI que hacen oír sus demandas con voz propia.
El movimiento feminista en China hace frente a desafíos aún mayores debido al cambio de la dinámica política, pero yo sigo albergando esperanza.
El caso de las “Cinco Feministas” tuvo un impacto considerable en todo este proceso. No sólo aumentó la sensibilización de la opinión pública sobre los riesgos que supone abogar por la igualdad de género, sino que también demostró a mucha gente el poder de la acción. Incluso ante un entorno cada vez más represivo, siempre hay personas dispuestas a levantarse y hacerse oír. Además, incorporó a las personas activistas feministas chinas al escenario global, permitió que el mundo reconociera sus esfuerzos y fomentó la comunicación transfronteriza.
Como resultado, he tenido el privilegio de hablar en algunas de las universidades más prestigiosas de Estados Unidos, como Harvard, MIT, Princeton y Yale, donde compartí elocuentes historias sobre los movimientos feminista y LGBTI chinos. Lo que comenzó siendo un activismo nacional se ha ampliado ahora a la labor de incidencia internacional, y la experiencia de vivir en la diáspora se ha convertido en una realidad compartida para muchas de nosotras.
Microincidencia y esperanzas para el futuro
Desde mi detención hace 10 años he evolucionado, de ser una activista feminista a ser una organizadora y luchadora más estratégica. He aprendido a promover la igualdad de género en entornos cada vez más restrictivos y a integrar el activismo feminista en diferentes contextos sociales. En vez de centrarme únicamente en las protestas en gran escala, ahora hago hincapié en la “microincidencia”, en aprovechar las oportunidades de todos los días, las redes sociales y la expresión artística para influir en la percepción y la acción públicas.
Este cambio se debe no sólo a la reducción del espacio para el activismo en gran escala sino también a que creo que los esfuerzos pequeños y constantes son la fuerza más poderosa para cambiar las actitudes de la sociedad.
Por ejemplo, organizaciones en China como “Orgullo del Periodo” han aprovechado las redes sociales para cuestionar la vergüenza menstrual y el avergonzarse del cuerpo. Esta campaña anima a las mujeres a aceptar su cuerpo y romper el silencio en torno a estas cuestiones. Cuando la menstruación se convirtió en una conversación pública, también se prestó atención a la cuestión del “impuesto sobre los tampones”. En China, las compresas higiénicas están clasificadas como bienes de consumo ordinarios, no como artículos esenciales, y están sujetos a impuesto sobre el valor agregado del 13%, muy superior al 9% con que se gravan los productos alimenticios.
Además, preocupaciones recientes en relación con los niveles de pH de las compresas higiénicas han suscitado dudas con respecto a la calidad de las marcas nacionales chinas y han impulsado a muchas consumidoras a recurrir a alternativas importadas de Hong Kong o de otros países. Estas voces individuales y colectivas están obligando a las empresas y al gobierno a tomar medidas y poner en marcha una reforma.
Diez años después de mi detención, el movimiento feminista en China y en el mundo hace frente a desafíos aún mayores debido al cambio de la dinámica política, pero yo sigo albergando esperanza para el futuro. Mi esperanza viene de todas las personas que están dispuestas a luchar por la igualdad de género, de las mujeres que siguen alzando la voz a pesar de la adversidad, y de las pequeñas pero significativas victorias que logramos.
Creo que el feminismo no es sólo un movimiento; es una forma de vida, una práctica continua. Aunque es posible que no veamos de inmediato los frutos de nuestro trabajo, creo que mientras sigamos plantando las semillas de la igualdad de género, presionando incluso por los más pequeños cambios en nuestra vida diaria, el mundo avanzará hacia un futuro de mayor equidad y libertad. Continuaré en este viaje, junto a otras personas defensoras, para asumir los retos y albergar las esperanzas que tenemos por delante.