3 diciembre 2018, 11:02 UTC
El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH). La DUDH fue una respuesta a los horrores de la Segunda Guerra Mundial —un conflicto que se saldó con el asesinato de 17 millones de personas por razón de su etnia, ideas políticas, orientación sexual o discapacidad física o mental— y estableció, por primera vez en la historia de la humanidad, un conjunto de derechos humanos de los que las personas debían disfrutar con independencia de su nacionalidad, género, color o religión.
La DUDH contiene 30 artículos que establecen derechos humanos, entre los que figuran el derecho a no sufrir tortura, el derecho a la libertad de expresión, el derecho a la educación y el derecho a buscar asilo. Incluye derechos civiles, políticos, económicos y sociales, como el derecho a la vida, a la libertad y a la intimidad, el derecho a la seguridad social, a la salud y a una vivienda adecuada.
La DUDH sigue conformando la base del derecho internacional de los derechos humanos en la actualidad, y sigue siendo el documento de derechos humanos más traducido del mundo.
Ahora, 70 años después de ese trascendental acontecimiento, Amnistía Internacional ha hablado con cuatro personas activistas nacidas en 1948 o antes para saber qué significa para ellas la DUDH y cuál es su importancia actualmente.
Dora Barrancos (78), de Argentina, ha estado comprometida con el activismo de derechos humanos, especialmente con los derechos de las mujeres, desde que tiene memoria. Es infatigable y seguirá luchando por los derechos humanos.
“Aunque no he sido siempre orgánica de agencia por los derechos humanos, creo que tengo una militancia por los derechos humanos desde que me siento persona, pero especialmente he adherido a la lucha más activa, práctica, por los derechos humanos desde que me enrolé en el feminismo en la década de 1980.”
Dora cree que la DUDH ha sido fundamental para ofrecer una plataforma para expandir los derechos humanos en nuevos ámbitos, como los derechos civiles, los derechos políticos y los derechos relativos a la identidad de género.
“[P]ara mi generación ha sido impetuoso ese marco general [DUDH] [...] porque ha [...] dado muchos vertederos a nuestras iniciativas en torno de equidad, justicia [...]. Mi mensaje para las generaciones más jóvenes es: convicción, convicción, energía, mucha insubordinación y mucho valor para todos esos desafíos.”
Gitu wa Kahengeri, de Kenia, forma parte del pequeño grupo de personas que recuerda el día en que se adoptó la DUDH. Ahora tiene 93 años, pero al haber crecido bajo el gobierno colonial británico cuando era joven, ha sido testigo de primera mano de abusos terribles contra los derechos humanos.
A los 17 años dejó su trabajo y se unió a la lucha por la independencia. Fue una batalla en la que persistió a pesar de ser trasladado de un campo de detención a otro, soportando torturas y trabajos forzados. Una vez lo golpearon frente a su padre.
Gitu recuerda que, cuando se firmó la Declaración Universal de Derechos Humanos, los derechos descritos en ella guiaron a la población de Kenia en sus demandas de soberanía, dignidad y libertad. Kenia finalmente se independizó del Reino Unido en 1963.
Aunque ahora está viviendo su décimo decenio, Gitu mantiene su entusiasmo por los derechos humanos de las personas kenianas.
Para las generaciones más jóvenes, hace hincapié en que sin sacrificios no se producen avances.
“Luchar y alzar la voz por las personas oprimidas es la manera en que las generaciones más jóvenes pueden conseguir un país independiente en el que todos los seres humanos sean libres e iguales. Todo lo que vale la pena hacer nunca es fácil”, sostiene Gitu.
La vida de Helen Thomas está indisolublemente ligada a la DUDH. Esta ciudadana británica y activista de derechos humanos desde hace mucho tiempo fue testigo de las devastadoras consecuencias de la negación de derechos humanos a personas durante el apartheid, en Sudáfrica, a finales de la década de 1960 y, posteriormente, en India durante la sequía en Maharashtra.
Por un extraño capricho del destino, nació la noche en la que se acordó el texto final de la Declaración. Aunque la DUDH se ha convertido en algo fundamental para el modo en que Helen entiende el mundo, no siempre tuvo conocimiento de ésta; de hecho, más bien al contrario. Para Helen, la historia de la DUDH, sus orígenes y su trascendencia necesitan narrarse más ampliamente.
“Pasaron muchos decenios antes de que comprendiera la importancia descomunal de lo que había sucedido en el momento de mi nacimiento. Todas las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos, sin embargo, en el colegio, a mis hijos, igual que a mí misma, no se nos habló de la existencia de la Declaración Universal. ¿Cómo podemos proteger nuestras libertades si no sabemos de dónde emanan?”
Helen también cree que es fundamental que se eduque más sobre la DUDH para salvaguardar los derechos humanos a largo plazo.
“Para defenderlos, creo que la mayoría de las personas debe conocerlos y comprenderlos. Debemos instruir a todos los niños y niñas sobre la Declaración Universal, por qué es importante, y todos los derechos humanos que poseen”.
Al provenir de una familia de activistas en favor de la justicia social, era evidente que, para el canadiense Will Bryant, que contaba sólo con 10 semanas de vida en el momento de la firma de la Declaración Universal de Derechos Humanos, Amnistía Internacional iba a ser un entorno plausible.
“¡Odio la injusticia con todas mis fuerzas! Me uní a Amnistía Internacional en 1973, tan sólo unos meses después de que se creara la Sección canadiense. John Humphrey, uno de los autores de la DUDH, fue el primer presidente de la Sección canadiense. Me motivó la idea de que la gente pudiera dirigirse directamente a los gobiernos y exigir justicia, exigir cambio.”
“Quiero vivir el momento en que los derechos humanos se respeten en todas partes. He sido testigo de la paz en Irlanda del Norte y de la restauración en Chile del respeto de los derechos humanos. Ahora quiero ver que los derechos humanos se respeten en lugares como China y Myanmar, y el fin de la regresión de los derechos humanos en Estados Unidos. Quiero ver un mundo más hospitalario con las personas refugiadas.”
“Mi mensaje para las jóvenes generaciones es que sigan implicándose, comprometiéndose, y que no se rindan nunca. Sois el presente y el futuro. Si no lucháis por la justicia, ¿quién lo hará?”