Amnistía Internacional y grupos locales de derechos humanos han recabado terribles testimonios de personas participantes en manifestaciones en Bielorrusia que afirman haber sufrido tortura y otros malos tratos en centros de detención, donde, entre otras cosas, las desnudaron, golpearon y amenazaron con violarlas. La multitud concentrada a las puertas de un centro de detención de Minsk afirma que los gritos de las víctimas de tortura se escuchan desde la calle, y hay vídeos que lo corroboran. Los datos apuntan a una campaña generalizada de tortura y otros malos tratos, emprendida por las autoridades bielorrusas con el fin de sofocar las protestas pacíficas por cualquier medio.
“El mundo lleva días viendo con horror cómo la policía bielorrusa dispara balas de goma y gas lacrimógeno contra la multitud en protestas pacíficas. Cada vez es más evidente que las sangrientas escenas contempladas en las calles de Bielorrusia son sólo la punta del iceberg”, ha manifestado Marie Struthers, directora de Amnistía Internacional para Europa Oriental y Asia Central.
“Personas que han estado detenidas nos han contado que los centros de detención se han convertido en cámaras de tortura, donde los manifestantes yacen tendidos en el barro mientras la policía les propina patadas y los golpea con sus porras. Han explicado que las desnudaron y las sometieron a sádicas palizas mientras escuchaban los gritos de otras víctimas. Estas personas no han cometido más ‘delito’ que salir a la calle para protestar pacíficamente. Lo que estamos viendo en Bielorrusia es una catástrofe de derechos humanos que exige acción urgente.”
Amnistía Internacional pide a los líderes y lideresas internacionales que presionen al gobierno bielorruso para que ponga fin a las violaciones de derechos humanos que se están cometiendo en el país.
Personas obligadas a permanecer tendidas en el barro
Durante los últimos días, una delegación de Amnistía Internacional enviada a Minsk ha estado observando la violenta respuesta dada a las protestas y ha entrevistado a personas que han estado detenidas para saber por lo que ha pasado. Cuando las protestas entran en su quinto día, los testimonios de estas personas indican que las autoridades bielorrusas están recurriendo a medidas cada vez más drásticas para aplastar la disidencia.
Según numerosos testimonios, las personas detenidas en Minsk y otras ciudades del país son sometidas a brutales palizas durante todo el tiempo que permanecen bajo custodia y desde el momento mismo en que las introducen en los furgones policiales. Los abusos continúan en las comisarías de policía, donde las “clasifican”, y en los centros de detención temporal, donde permanecen hasta que son puestas en libertad o llevadas a juicio.
Katsyaryna Novikava ha contado a Amnistía Internacional que la detuvieron en el centro de Minsk el 10 de agosto por la noche, cuando se dirigía a un supermercado. Pasó 34 horas en el Centro de Aislamiento de Delincuentes (conocido también como TsIP). Explica que el todo el patio del centro estaba lleno de hombres detenidos, a quienes se obligada a permanecer tendidos en el barro. En el interior del TsIP, decenas de hombres fueron obligados a desnudarse y ponerse a cuatro patas, mientras los agentes les daban patadas y los golpeaban con las porras. También Katsyaryna fue obligada a ponerse de rodillas y a escuchar los gritos de otras víctimas.
Katsyaryna fue recluida junto con otras 20 mujeres en una celda para cuatro personas, donde dormían en el suelo. Durante todo el tiempo que estuvieron detenidas, no les dieron agua ni comida y les negaron el acceso a servicios médicos. Muchas mujeres con las que estuvo encarcelada dijeron a Katsyaryna que los agentes de policía las habían amenazado con violarlas.
A ella no le dijeron que estaba acusada de participar en una concentración no autorizada hasta 22 horas después de su detención. Antes de dejarla en libertad a primeras horas de la mañana del 12 de agosto, los agentes de policía le dijeron: “Tenemos todos tus datos. Si te vemos aquí otra vez, te matamos". No le devolvieron sus pertenencias, ni siquiera el pasaporte ni las llaves de su apartamento, cuando la pusieron en libertad.
Nikita Telizhenko, periodista de medio online ruso Znak.com, fue detenido el 10 de agosto por la noche. Ha escrito un artículo en el que recuerda: “En el furgón policial seguían golpeando a la gente, por tener tatuajes o el pelo largo. ‘Eres un maricón; verás ahora en la cárcel’, gritaban [los agentes de policía a los hombres]”.
Según cuenta, Nikita pasó las 16 horas siguiente en la Oficina de Asuntos Internos del distrito de Maskouski, donde la policía obligaba a las personas detenidas a rezar y a leer el padrenuestro. “A quienes se negaban, los golpeaban de múltiples maneras. Sentados en el vestíbulo de la comisaría, oíamos golpear a la gente en el piso de arriba y en el de abajo.”
“Tenían a la gente mucho tiempo de rodillas o en el suelo con las piernas extendidas. […] Daba miedo. Soy una persona que visto muchas cosas, pero tenía miedo”, ha contado otro periodista, Maksim Solopov, en los medios de comunicación. Un ciudadano ruso que trabaja en el periódico online letón Meduza, Maksim, fue sometido a desaparición forzada durante 40 horas tras su detención el 9 de agosto por la noche. Quedé en libertad –con hematomas bien visibles– gracias a la indignación popular y a la intervención de la embajada rusa.
Según datos recopilados por el grupo de derechos humanos Viasna, en algunas comisarías de policía, las personas detenidas eran obligadas a permanecer tumbadas boca abajo en el suelo durante varias horas o de pie contra la pared de los pasillos o los patios, y las golpeaban al menor movimiento. Esta información ha sido confirmada por numerosos testimonios y vídeos sacados clandestinamente de las comisarías.
“Estas denuncias no son incidentes aislados. Las denuncias de tortura en todo el país, corroboradas por vídeos y fotografías compartidos ampliamente en las redes sociales, son tan abundantes, que es muy probable que la práctica haya sido aprobada en los niveles más altos”, ha explicado Marie Struthers.
“Una vez más pedimos a las autoridades bielorrusas que pongan fin a esta brutal campaña y permitan a quienes participan en las protestas expresar sus opiniones sin temor a sufrir represalias violentas.”
Detenciones que constituyen desaparición forzada
Sigue sin conocerse el paradero de centenares de personas, cuya detención podría constituir desaparición forzada en algunos casos. Muchas están detenidas desde el 9 de agosto. Según el Ministerio del Interior bielorruso, durante los cuatro primeros días de protestas fueron detenidas 6.700 personas.
Los familiares de decenas de ellas y sus abogados han intentado en vano averiguar su paradero, acudiendo a las comisarías de policía y advirtiendo a los tribunales de que no pueden juzgarlas sin asistencia letrada. El 12 de agosto, la policía antidisturbios hizo uso de la fuerza para dispersar a alrededor de 200 familiares de personas detenidas, que se habían concentrado pacíficamente frente al centro de detención de Akrestsyna.
“Se ha recluido en régimen de incomunicación a participantes en manifestaciones pacíficas y a simples viandantes, violando las normas procesales más básicas y sin respetar en absoluto sus derechos humanos fundamentales. En numerosos casos de los que se ha tenido noticia, la persona detenida lleva días seguidos en paradero desconocido, lo que constituye desaparición forzada”, ha afirmado Marie Struthers.
“Pedimos a las autoridades bielorrusas que pongan fin de inmediato a la tortura y otros malos tratos bajo custodia y dejen en libertad a toda persona detenida arbitrariamente. Se debe permitir de inmediato el acceso pleno y sin restricciones de observadores independientes a todos los centros de detención. Todas las personas implicadas o cómplices de violaciones de derechos humanos deben ser llevadas ante la justicia, desde los agentes de policía rasos que patrullan las calles hasta los mandos que han ordenado los abusos o se han desentendido de ellos”.
Información complementaria
Desde que comenzaron las protestas se han confirmado ya al menos dos muertes. La primera muerte de una persona participante en las manifestaciones se produjo el 11 de agosto, cuanto la policía disparó granadas paralizantes y gas lacrimógeno contra la multitud en Minsk. Un nombre de 25 años murió bajo custodia en Brest el 12 de agosto, el mismo día en que la policía de la ciudad utilizó también munición real contra manifestantes.
Previamente, el 9 de agosto, se informó de otra muerte, corroborada por imágenes de vídeo que muestran a un vehículo policial atropellar a un hombre en Minsk, y a éste tendido inmóvil en el suelo cuando se marcha el vehículo. Se desconoce aún la suerte y el paradero de la víctima, o de su cadáver.