Cuando Amnistía Internacional tiene noticia de que una o más personas se encuentran en extrema situación de riesgo, activa una red integrada por decenas de miles de personas en todo el mundo, que aúnan su capacidad de presión enviando cartas, faxes y mensajes de correo lo más rápidamente posible al país de que se trate.
La primera Acción Urgente se emitió en 1973, en defensa de un profesor brasileño, Luiz Rossi, que corría grave riesgo de ser torturado.
Las autoridades no permitían a sus familiares visitarlo… hasta que empezaron a llegar cartas. Aunque no se volvió a saber de muchas personas puestas bajo custodia policial durante el régimen militar brasileño, Rossi fue finalmente puesto en libertad en octubre de 1973.
Hay otras conocidas figuras sobre las cuales Amnistía activó acciones urgentes, como Vaclav Havel o la premio Nobel de la Paz Aung Sang Suu Kyi, pero la mayoría de los llamamientos que envían colaboradores y simpatizantes de Amnistía Internacional se escriben en favor de hombres y mujeres comunes y corrientes, a veces incluso niños, para quienes la presión internacional de Amnistía puede llegar a significar la frontera entre la vida y la muerte.
Amnistía Internacional ha podido comprobar que en aproximadamente una tercera parte de los casos en los que activa su red, se ha producido una mejora en la situación de las víctimas. Un llamamiento rápido es una de las cosas más efectivas que puede hacer cualquier persona de modo individual para ayudar a quienes corren peligro de sufrir torturas o malos tratos, o a presos cuyas vidas están amenazadas.
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