Cinco activistas denuncian la violencia de género y logran cambios positivos en África Occidental – Amnistía Internacional Argentina | Defendemos los derechos humanos

Cinco activistas denuncian la violencia de género y logran cambios positivos en África Occidental


IMG_1718_-redressage-1468x710




En toda África Occidental y Central, las mujeres y las niñas son sometidas a distintas formas de violencia de género, incluidos el matrimonio precoz y forzado y la mutilación genital femenina (MGF). Este tipo de violencia las expone a muchas vulnerabilidades y a múltiples violaciones de derechos humanos.

Según los datos más recientes del Fondo de Población de las Naciones Unidas, en África Occidental y Central el 33% de las niñas se casan antes de los 18 años, y el 18% de las que tienen entre 15 y 19 años sufren alguna forma de MGF.

Amnistía trabaja en estrecha colaboración con las comunidades y las organizaciones asociadas para eliminar estas prácticas tradicionales nocivas en Burkina Faso, Senegal y Sierra Leona. Te presentamos a cinco activistas que se esfuerzan por sensibilizar a las comunidades, cuestionar la violencia de género y apoyar a las sobrevivientes.




Nancy Gbamoi





Nancy, de 45 años, es la coordinadora de Each One Save One (‘Cada Persona Salva a Otra’), organización asociada de Amnistía Internacional en el norte de Sierra Leona. Nancy, que tiene una hija, trabaja en estrecha colaboración con los comités de alerta comunitaria para eliminar la violencia de género y supervisa los espacios seguros para las niñas de las comunidades del distrito de Port Loko, entre otras actividades.





Nancy Gbamoi, coordinadora de Each One Save One, organización asociada de Amnistía Internacional en Sierra Leona.

Nancy Gbamoi, coordinadora de Each One Save One, organización asociada de Amnistía Internacional en Sierra Leona.
“Empecé a ser activista cuando finalicé los estudios, in 2002. No ha sido fácil.”

“Las niñas sufren violencia de género en sus comunidades, en sus familias y en la escuela. El matrimonio precoz y forzado y la mutilación genital femenina han estado muy extendidos. Se sabe que hay, pero no se ve [porque la gente se oculta].”

Nancy Gbamoi

“Ahora estoy muy capacitada. La formación impartida por Amnistía me ayudó mucho. Aprendí muchas cosas, especialmente a denunciar los casos de violencia de género. En mi trabajo me apoyo en mucha gente, como el personal docente y quienes integran los comités de alerta.”

“Cuando me llama alguien denunciando un caso, acudo de inmediato a investigar, aunque sea de noche. Nunca dejo de contestar estas llamadas. Algunas personas están dispuestas a denunciar, otras no.”

“Hubo un caso en Port Loko que afectó a una niña de nueve años. Alguien de su vecindad me llamó para denunciar la situación. Fui a la casa de la niña y la vi saliendo de una habitación con un hombre que la familia no conocía. Avisé a mi equipo y a la unidad de policía, que acudió [a investigar]. Después, el padre y la madre se comprometieron a proteger a su hija.”

“Los espacios seguros que hemos creado son muy útiles para las niñas que atendemos, en ellos pueden hablar sin peligro si tienen problemas relacionados con la violencia de género. Las niñas aprenden nuevas aptitudes y se capacitan para defender sus derechos.”

“Me gusta el trabajo que hago, me entusiasma.”

Lydie Ami Faye





Ami, de 14 años, es miembro desde hace tres de un club de derechos humanos creado por Amnistía en la escuela secundaria de Tabadian Dialico (región de Tambacounda), en el este de Senegal.






Lydie Ami Faye, estudiante de la escuela secundaria de Tabadian Dialico (región de Tambacounda), en el este de Senegal.

Lydie Ami Faye, estudiante de la escuela secundaria de Tabadian Dialico (región de Tambacounda), en el este de Senegal.



“En el club escolar a veces representamos obras sobre la mutilación genital femenina. Nuestro profesor nos explica que no deberíamos casarnos muy pronto, que tenemos que aprender y aprobar el examen de bachillerato para ir a la universidad. Nos explica las formas de violencia, los derechos de los niños y niñas, los derechos humanos… Sé que las niñas tienen derecho a la educación, la igualdad, la salud y el ocio. Tienen el derecho a disponer de un certificado de nacimiento, y también a la paz.”

“A menudo me siento con mis amigas y les hablo de nuestros derechos. Hablamos de la violencia y la MGF, y les explico lo que no saben. Les digo que no deben casarse muy pronto. También hablo con los chicos. Les digo lo que no deben hacer con las chicas [mantener relaciones sexuales] porque somos niñas, somos niños y niñas.”



“En el club somos como 50, y también hay chicos. Hay muchos y muchas estudiantes que también quieren unirse.”

“Mi madre está de acuerdo con lo que hago en el club, cree en ello. No me va a casar muy pronto, quiere que estudie. Cuando sea mayor, quiero ser cantante y, si no es posible, quiero alistarme en el ejército.”

Aissatou Sall





Aissatou, de 43 años, es comerciante en Koussanar, en el este de Senegal. Es miembro de un comité de alerta comunitaria creado en 2011 para eliminar la violencia de género.





Aissatou Sall, miembro de un comité de alerta comunitaria de Koussanar, en el este de Senegal.

Aissatou Sall, miembro de un comité de alerta comunitaria de Koussanar, en el este de Senegal.
“Hemos podido prevenir más de un centenar de casos de matrimonio precoz y forzado en Koussanar. Nos llaman continuamente para denunciar casos.”

“Personalmente, he logrado deshacer un matrimonio proyectado. Una chica que aún no había cumplido 18 años iba a ser entregada en matrimonio. Cuando me enteré, fui a ver al imán que iba a oficiar el casamiento para disuadirlo y le dije: ‘Si lo haces, podrías tener problemas porque aquí hay un comité que se ocupa de este tipo de casos’. Después de eso, el imán fue a hablar con la familia de la chica y les dijo que no entregaran a su hija en matrimonio hasta que tuviera 18 años.”
Ahora somos capaces de cosas que antes no nos atrevíamos a hacer.

Aissatou Sall

“Hubo el caso de una chica que vivía con su madre y su padre adoptivo. Su madre se iba a menudo de viaje, y la dejaba en casa. El padre adoptivo abusó de ella desde que tenía 17 años. Cuando me enteré, avisé con discreción a la policía, que acudió a investigar. La tía de la chica recurrió a los tribunales, y detuvieron y encarcelaron al hombre. Ese es uno de los triunfos que logré.”

“Yo misma tengo cuatro hijas: dos en la universidad y dos en la escuela secundaria. Lucho contra el matrimonio precoz y forzado, así que no voy a casar a mis hijas sin su consentimiento, ni muy jóvenes.”

“En el comité logramos resultados tangibles. Nos llena de orgullo porque ahora somos capaces de cosas que antes no nos atrevíamos a hacer.”

Adama Ouédraogo





Adama, de 55 años, es agricultor y tiene nueve hijos e hijas. Es miembro de un comité de alerta comunitaria de la provincia de Passoré, en el norte de Burkina Faso.







“Hace seis años, fui testigo de un caso de violencia de género contra unas jóvenes de nuestra comunidad. Llegaron unos hombres para llevárselas contra su voluntad y obligarlas a ser sus esposas.”

“Los padres y madres a veces eligen hombres para sus hijas sin el consentimiento de ellas. También está la práctica de la ablación [MGF], que era habitual en nuestra comunidad.”

“Presenciaba todo esto y me sentía impotente. Estaba indignado y no sabía a dónde acudir. Con la intervención de Amnistía Internacional en nuestro pueblo, mediante las actividades de sensibilización y, sobre todo, el comité de alerta que se creó, me comprometí a eliminar la violencia de género y a que en mi comunidad se respeten los derechos humanos.”



Adama Ouédraogo, miembro de un comité de alerta de la provincia de Passoré, en el norte de Burkina Faso.

Adama Ouédraogo, miembro de un comité de alerta de la provincia de Passoré, en el norte de Burkina Faso.


“Mi participación en estas actividades me ha permitido reforzar conocimientos y contribuir a resolver varios casos de niñas que son secuestradas y obligadas a casarse y, sobre todo, a poner fin a la escisión [MGF], que solía practicar una anciana de nuestro pueblo.”

“Ahora tengo una visión diferente de la educación y el futuro de mis hijos, especialmente de mis hijas. Me he convertido en una persona de contacto en mi comunidad, porque los padres vienen a verme para pedirme que intervenga cuando se enfrentan a casos de violencia contra sus hijas. También hay chicas que acuden a mí para pedirme que hable con sus padres y madres y los convenza de que las dejen ir a la escuela.“

Adamsay Conteh





Adamsay, de 17 años, tiene cinco hermanos y hermanas. Es miembro de un club de derechos humanos de la escuela secundaria de Mabein, en el norte de Sierra Leona. Quiere estudiar para ser enfermera.





Adamsay Conteh, miembro de un club de derechos humanos de la escuela secundaria de Mabein, en el norte de Sierra Leona.

Adamsay Conteh, miembro de un club de derechos humanos de la escuela secundaria de Mabein, en el norte de Sierra Leona.
“En el club escolar he aprendido la mayor parte de lo que sé sobre violencia de género. He aprendido que no deben obligarme a casarme muy pronto, que no se debe pegar a los niños y niñas, y que no se debe obligar a las niñas a iniciarse [y, por tanto, a someterse a la MGF] en la ‘sociedad Bondo’. Los chicos y los hombres no deben hacernos nada malo, como los abusos y la violencia sexuales. Hay que ponerle fin.”
Sé que a algunas personas no les gusta lo que hago. Estoy totalmente preparada para enfrentar este desafío.

Adamsay Conteh

“Hace algún tiempo, un tío nuestro estuvo a punto de obligar a mi hermana a casarse. Le advertí a mi madre que no nos obligara a casarnos muy pronto, porque aún somos niñas. Le dije que no dudaría en denunciarla y que, si la encarcelaban, sufriríamos las consecuencias. Dije que yo no participaría en nada relacionado con la ceremonia de matrimonio, como ir a buscar agua, acarrear leña para cocinar y otras tareas domésticas. También le pedí a mi otro tío que hablara con mi madre sobre abandonar el plan.”

“Mi trabajo de campaña no va a parar aquí; voy a ir más allá de mi comunidad. Donde sea que vaya y me entere de que se está celebrando una ceremonia de matrimonio, preguntaré la edad de los contrayentes. Respecto a las personas que inician a sus hijas en la sociedad Bondo, y las que golpean a sus hijos e hijas, adoptaré medidas contra ellas. Primero les advertiré que paren y, si no lo hacen, las denunciaré.”

“Sé que a algunas personas no les gusta lo que hago. Estoy totalmente preparada para enfrentar este desafío.”

Como parte de un programa de educación en derechos humanos implementado en Burkina Faso, Senegal y Sierra Leona desde 2017, Amnistía Internacional trabaja para eliminar la violencia de género mediante educación, sensibilización e incidencia, con vistas a cambiar actitudes y conductas y promover la reforma de la legislación en estos países.

Publicado el

COLABORÁ

Me gustaría ayudar y donar hoy

Gracias al aporte de personas como vos, Amnistía Internacional trabaja con absoluta independencia. Tu aporte nos permite continuar exigiendo el respeto de los derechos humanos en todo el mundo.

Noticias Relacionadas

¿Cómo quieres que se usen las cookies en este sitio? Hemos descargado cookies en tu equipo para facilitarte el uso de este sitio web. Puedes utilizar esta herramienta para cambiar la configuración de las cookies. Si no la cambias, entenderemos que accedes a continuar.
ACEPTO
NO USAR COOKIES