Hace diez días, cuando me acerqué a la plaza principal en la que iba a dar comienzo el primer desfile del Orgullo LGBTI en la historia de Białystok, me encontré con una escena caótica.
Miles de personas enfurecidas se enfrentaban a quienes participaban en el desfile, gritando insultos homófobos y lanzando golpes con puños, botas y astas de bandera.
Vi cómo un joven era arrojado al suelo a patadas por unos cabezas rapadas, y cómo una mujer era empujada a la calzada. Una joven madre pasó corriendo a mi lado con su niño, y a un muchacho a quien le sangraba el labio le arrancaron su bandera arcoiris de las manos y le prendieron fuego. La policía se limitó a quedarse a un lado y mirar.
Fui al desfile del Orgullo de Białystok con colegas de Amnistía Internacional, pero cuando empezaron a llovernos adoquines y petardos quedó claro que no podríamos llevar a cabo nuestra habitual observación de los derechos humanos. En lugar de eso, nos agrupamos a la cabeza del desfile para mostrar nuestra solidaridad.
Es digno de destacar que, pese a que los superaban en número de cuatro a uno y pese al aluvión de violencia e insultos, quienes participaban en el desfile se mantuvieron firmes. Desafiantes y con alegría, bailaban al ritmo de una música casi lo bastante fuerte como para ahogar los gritos de: “¡A la mierda los maricones!”. Y cuando los organizadores desplegaron la enorme bandera arcoiris que encabezaría el desfile, se me llenaron los ojos de lágrimas.
Para muchas personas en Polonia, el nivel de violencia presenciado en el desfile del Orgullo de Białystok supuso una conmoción, pero no surgió de la nada. En los últimos meses, el gobierno polaco y los medios de comunicación progubernamentales dufundieron cada vez más propaganda homófoba y tránsfoba y utilizaron la homofobia como punto de concentración antes de las próximas elecciones generales.
Este mismo año, Jarosław Kaczyński, líder del partido en el gobierno, el Partido Ley y Justicia (PiS), describió la “ideología LGBTI” como una “amenaza importada a la identidad polaca, a nuestra nación, a su existencia y, por tanto, al Estado polaco”. Después de que algunas ciudades, entre ellas Varsovia, declararan su apoyo a las personas LGBTI, el primer ministro Morawiecki declaró que los padres y las madres polacos no desean que se fomenten “tendencias homosexuales” en sus hijos e hijas, y algunos miembros regionales del partido trataron de declarar ciudades y provincias enteras “zonas libres de ideología LGBTI”.
La campaña, que difundió la retórica homófoba dentro y fuera de Internet, fue adoptada con entusiasmo por los políticos y medios de comunicación conservadores, y un periódico llegó a incluir adhesivos de “Zona libre de LGBTI” para sus lectores.
Pero, en los diez días transcurridos desde la violencia de Białystok, algo milagroso sucedió en Polonia.
Hace dos días, un joven llamado Tomasz tuiteó un mensaje en el que sugería que las personas LGBTI publicaran fotos de sí mismas “en la escuela o en el trabajo, para demostrar que somos personas normales con las que te puedes encontrar en cualquier parte: en la tienda, en la calle, en la oficina”. Añadió el hashtag #JestemLGBT ("Yo soy LGBT”) y, durante los dos últimos días, fue la hashtag más difundida en Twitter en Polonia, mientras miles de personas expresaban su solidaridad tuiteando y retuiteando.
La gente en Polonia ha utilizado el hashtag en las redes sociales para mostrar quién hay detrás de esos calificativos: estudiantes, camareros, bomberos, médicos o simplemente la persona que se sienta a tu lado en el autobús o con la que te cruzas en la calle. “Estoy harta de la manera en que se deshumaniza a la comunidad LGBTI en Polonia”, tuiteó Alexandra, estudiante. ”Soy una persona normal. Me levanto, voy a trabajar, vuelvo a casa, hago la cena para mí y para mi novia, voy a clase, y luego me acuesto." Decenas de miles más se están uniendo, brindando solidaridad y apoyo tuiteando #jestemzLGBT (Yo estoy con los/las LGBTI) para expresar solidaridad con las personas LGBTI.
“Estoy muy contento de que una simple acción haya tenido tanto impacto”, me dijo Tomasz cuando hablé con él. “Mucha gente se pusó en contacto conmigo para decir que el hashtag lo ayudó a reunir el valor de revelar su orientación a sus amistades. A pesar de la cantidad de odio a la que se enfrentan las personas LGBTI, los últimos días demostraron que estas personas son muy fuertes y no se avergüenzan de ser quienes son.”
Aunque una hashtag por sí sola no basta para revertir la arraigada homofobia social, el movimiento #MeToo / #YoTambién demostró que las redes sociales pueden ser una herramienta efectiva para empoderar, desafiar a los prejuicios y ayudar a redefinir lo que es aceptable en una cultura. Polonia tiene un largo camino que recorrer, y para empezar debería proteger adecuadamente a quienes participan en los desfiles del Orgullo para garantizar que la violencia que tuvo lugar en Białystok no se repite.
Pero el movimiento de solidaridad —impulsado por una enorme oleada de apoyo de gente en las redes sociales— demostró alto y claro que existe un ansia urgente de cambio.
Tal como tuiteó una mujer polaca junto el hashtag #jestemLGBT: “Podría ser amiga tuya algún día. Podría ser familia tuya algún día. Pero también soy alguien hoy.”
Mikołaj Czerwiński es coordinador de Igualdad de Trato en Amnistía Internacional Polonia
Para más información sobre el desfile del Orgullo, véase https://www.amnesty.org/en/documents/eur37/0775/2019/en/