Amnistía Internacional ha nombrado hoy preso de conciencia a Luis Manuel Otero Alcántara, miembro del Movimiento San Isidro de artistas y activistas, y ha instado al presidente Miguel Díaz Canel Bermúdez y a otras autoridades cubanas a que lo pongan en libertad de forma inmediata e incondicional.
El 2 de mayo de 2021, agentes de la seguridad del Estado sacaron a Luis Manuel de su casa, sede del Movimiento San Isidro, donde estaba llevando a cabo una huelga de hambre, al parecer en protesta por la confiscación de sus obras de arte en su domicilio. Según informaciones de la ONG Cubalex y de medios de comunicación estatales, fue trasladado a la sala de urgencias del Hospital Universitario "General Calixto García" de La Habana.
"Luis Manuel no debe pasar ni un día más bajo la custodia del estado. Ha sido privado de su libertad únicamente por expresarse pacíficamente y debe ser liberado inmediatamente y sin condiciones. Es hora de que las autoridades cubanas reconozcan que no pueden silenciar todas las voces independientes del país. Luis Manuel no está solo: muchas personas en la comunidad internacional apoyan su trabajo como defensor de los derechos humanos y como artista que lucha por la libertad de expresión", ha declarado Erika Guevara Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional.
Según información obtenida por Amnistía Internacional, Luis Manuel ha estado en el hospital, bajo la supervisión o el control de funcionarios de seguridad del Estado y con visitas muy restringidas de sus familiares directos, desde hace tres semanas. No parece tener acceso a su teléfono ni al mundo exterior. Mientras se encuentre privado de su libertad, Luis Manuel Otero debe recibir atención médica de su elección, recibir visitas periódicas de sus familiares y amigos, no ser torturado ni sufrir ningún otro tipo de maltrato, y tener acceso a los abogados que elija.
Amnistía Internacional ha calificado a Luis Manuel de preso de conciencia en dos ocasiones anteriores, cuando fue detenido únicamente por ejercer pacíficamente su libertad de expresión. Él y otros miembros del Movimiento de San Isidro, así como aliados y periodistas, han sido sometidos a una vigilancia constante y aterradora, que el Cuerpo de Verificación Digital de Amnistía Internacional y los investigadores documentaron en diciembre de 2020.