Cuenta atrás de 100 días – Amnistía Internacional Argentina | Defendemos los derechos humanos

Cuenta atrás de 100 días


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66 DAYS


En septiembre de 2021, Amnistía Internacional lanzó la campaña, Cuenta atrás de 100 días. En ella pide a los Estados y las empresas farmacéuticas que compartan vacunas con los países de ingresos bajos y medianos bajos, para que se pueda proteger a más millones de personas frente a la COVID-19 en 2021.

Para final de año se podría vacunar a más de 1.200 millones adicionales de personas en países de ingresos bajos o medios-bajos si los países ricos y los fabricantes de vacunas acordaran una redistribución más justa. ¿Están dispuestos a asumir el reto?

INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA: ESCANDALOSA DESIGUALDAD


Ya se atisba el final de la pandemia de COVID-19. Desde hace casi un año, contamos con las vacunas seguras y efectivas que necesitamos para poner finalmente este virus bajo control.

Pero no venceremos a esta pandemia hasta que todo el mundo tenga acceso a una vacuna. Todo el mundo, no sólo las personas de los países ricos cuyos gobiernos han cerrado acuerdos con un puñado de empresas farmacéuticas. Y, ahora mismo, ese momento queda aún muy lejos.

A finales de octubre, el 63% de las personas de los países de ingresos altos tienen la pauta de vacunación completa. Sin embargo, en el resto del mundo las cosas son muy distintas:

Aproximadamente la mitad de la población mundial no ha recibido ninguna dosis de la vacuna.

Tan sólo un 1,4% de las personas en los países de ingresos bajos, y el 17,5% en los países de ingresos medianos bajos, tienen la pauta completa de la vacuna

Sólo el 2,8% de las personas en los países de ingresos bajos han recibido al menos una dosis; esta cifra es del 35,6% en los países de ingresos medios-bajos. En los países de ingresos altos, este porcentaje es del 70,5%.

[*Fuente: Our World in Data. Todas las cifras son del 21 de octubre de 2021]

El desigual despliegue de las vacunas contra la COVID-19 es un crudo recordatorio de la manera en que la pandemia ha amplificado las desigualdades existentes. Mientras que Europa, Estados Unidos y otros pocos países más salieron de los confinamientos en el verano de 2021, hubo zonas de África, Asia y Latinoamérica que se vieron sumidas en nuevas crisis.

Mientras tanto, persiste la amenaza de nuevas variantes que se propaguen más fácilmente entre las poblaciones no vacunadas. Si seguimos por la vía actual, el final de la pandemia seguirá siendo solamente un reflejo en el horizonte.



¿QUIÉNES SON LOS RESPONSABLES?


Esta vergonzosa desigualdad, que está estancando nuestros progresos contra la COVID-19, no era inevitable. Se trata de una crisis fabricada, provocada por las decisiones que han tomado empresas farmacéuticas clave y gobiernos ricos. Hay suficientes vacunas circulando, pero no se están compartiendo.

A pesar de haber recibido miles de millones de dólares de fondos gubernamentales, la mayoría de las empresas farmacéuticas han insistido en mantener el control sobre la producción, lo que dificulta el suministro mundial de vacunas.

Al negarse a renunciar a los derechos de propiedad intelectual o compartir su tecnología, la mayoría de los creadores occidentales de vacunas han bloqueado a otras empresas y les han impedido fabricar dosis que son sumamente necesarias.

Los derechos de propiedad intelectual significan también que las empresas pueden fijar el precio de las vacunas. No es de extrañar que muchas hayan optado por venderlas a precios astronómicos, la mayoría a los países más ricos.

LAS FARMACÉUTICAS DAN PRIORIDAD A LOS PAÍSES RICOS Y LIMITAN SUMINISTRO MUNDIAL


Estas fueron algunas de nuestras conclusiones principales:

 Pfizer y BioNTech habían suministrado sólo a Suecia vacunas en cantidad nueve veces superior a la de todos los países de bajos ingresos juntos.


Moderna aún no había suministrado ni una sola dosis a ningún país de ingresos bajos, y había proporcionado sólo el 12% de sus vacunas a los países de ingresos medianos bajos.


AstraZeneca era la empresa que había suministrado la mayoría de las vacunas recibidas por los países de ingresos bajos, las había vendido a precio de costo y había concedido algunas licencias voluntarias a otros fabricantes.


Sin embargo, se ha negado a compartir abiertamente sus conocimientos y su tecnología con las iniciativas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y se ha opuesto a las medidas que permitirían ampliar la fabricación de vacunas como, por ejemplo, la exención relativa al Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (ADPIC).


La OMS ha creado una serie de iniciativas para fomentar el intercambio de tecnología e impulsar el suministro, pero las empresas farmacéuticas se han negado a unirse a ellas.

En junio, la OMS estableció el centro de transferencia de tecnología para las vacunas de ARNm en Sudáfrica, para que los fabricantes africanos pudieran producir vacunas de ARNm como las de Pfizer/BioNTech y Moderna. Pero estas empresas se han negado a participar, a pesar de saber perfectamente que, haciéndolo, podrían salvar decenas de miles de vidas.

Tampoco se ha unido ninguna de estas empresas al Acceso Mancomunado a Tecnología contra la COVID-19 (C-TAP), creado para apoyar el intercambio de licencias abiertas y no exclusivas. Además, han hecho campaña agresivamente contra las propuestas de eliminar temporalmente los derechos de propiedad intelectual como, por ejemplo, la exención relativa al Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (ADPIC) de la Organización Mundial del Comercio (OMC) planteada por India y Sudáfrica.

LOS PAÍSES RICOS ACAPARAN EXCEDENTES DE VACUNAS


Desde el principio mismo de la pandemia, los Estados ricos han estado acaparando vacunas comprando casi todos los suministros mundiales. Ahora muchos tienen un importante excedente de dosis.

Una estimación conservadora realizada por la empresa de análisis de datos científicos Airfinity concluyó que, para final de septiembre de 2021, los Estados más ricos tendrían almacenado un excedente de más de 500 millones de dosis de vacunas.

Esto incluye:

Más de 174 millones entre los Estados de la UE


Más de 160 millones en Estados Unidos


Más de 140 millones en China


Más de 26 millones en Reino Unido


Más de 16 millones en Canadá


Estas dosis almacenadas están acumulando polvo mientras millones de personas en situación de riesgo en todo el mundo continúan desprotegidas frente a la COVID-19.

¡AÚN PODEMOS ARREGLARLO!


En julio, un grupo de trabajo encabezado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) estableció el objetivo de vacunar al 40% de la población de cada país para final de 2021. Sin embargo, hasta el momento, menos del 10% de las personas de los países de ingresos bajos o medios-bajos cuenta con la pauta completa de la vacuna.

El 21 de septiembre, Amnistía Internacional lanzó la campaña Cuenta atrás de 100 días, en la que pide a los Estados y las empresas farmacéuticas que tomen medidas urgentes para alcanzar ese vital objetivo.

Calculamos que, si se suministraban 2.000 millones de vacunas a 82 países de ingresos bajos o medianos bajos, para final de 2021 podrían tener la pauta completa de la vacuna otros 1.200 millones de personas. Ese es el número de vacunaciones que se necesita para que la OMS alcance su objetivo del 40% en estos países.

Airfinity estima que, por cada 100 millones de dosis suministradas, podrían salvarse entre 100.000 y 225.000 vidas, lo que significa que este objetivo podría salvar al menos 2 millones de vidas.

Amnistía concluyó que esto podía lograrse si:

Las empresas farmacéuticas entregan a los países de ingresos bajos y medianos bajos el 50% de las vacunas que fabriquen entre el 21 de septiembre y el 31 de diciembre.


De esta manera podrían suministrarse más de 2.600 millones de vacunas.


Los Estados redistribuyen los cientos de millones de vacunas sobrantes que actualmente tienen almacenadas.


En estos momentos, podrían suministrarse inmediatamente más de 500 millones de vacunas si Australia, Canadá, China, Estados Unidos, Japón, Reino Unido y la UE redistribuyeran sus vacunas sobrantes.


La Organización Mundial de la Salud y la alta comisionada de la ONU para los derechos humanos han expresado su fuerte apoyo a la campaña Cuenta atrás de 100 días. Puedes firmar la petición aquí.

¿ES ESTO REALISTA?


Nuestro análisis mostró que hay suficientes vacunas disponibles para alcanzar el objetivo del 40% si los Estados redistribuyen las dosis sobrantes y las empresas priorizan las entregas a COVAX, la Unión Africana y otros mecanismos que benefician a los países de ingresos medianos bajos.

Muchos países de ingresos medianos bajos han administrado ya una dosis a más del 20% de su población, lo que demuestra que cuentan con sistemas para gestionarlas. Otros pueden necesitar recursos adicionales, apoyo y tiempo para poder desplegar la vacuna de forma efectiva, por lo que también es crucial que se proporcione asistencia para garantizar sistemas efectivos de distribución.

¿QUÉ PASA CON LAS PERSONAS DE LOS PAÍSES RICOS QUE AÚN NO HAN SIDO VACUNADAS?


Dados los altos índices de vacunación en los países de ingresos altos, y el hecho de que estos países han pedido muchas más vacunas de las que necesitan, la redistribución de dosis no debería tener un impacto significativo en el acceso a la vacuna en sus territorios.

Los países con excedente de vacunas ya se la han inoculado a su población más vulnerable. Muchos están administrando ahora dosis de refuerzo a estos grupos, y ofreciendo la vacuna a adolescentes y escolares. Mientras tanto, en otros países, el personal sanitario, las personas de edad avanzada y quienes sufren problemas graves de salud siguen esperando.

¿CUÁNTO HAN HECHO LAS EMPRESAS FARMACÉUTICAS PARA SUMINISTRAR LAS VACUNAS DE FORMA MÁS JUSTA?


La OMS ha creado una serie de iniciativas para fomentar el intercambio de tecnología e impulsar el suministro, pero las empresas farmacéuticas se han negado a unirse a ellas.

En junio, la OMS estableció el centro de transferencia de tecnología para las vacunas de ARNm en Sudáfrica, para que los fabricantes africanos pudieran producir vacunas de ARNm como las de Pfizer/BioNTech y Moderna. Pero estas empresas se han negado a participar, a pesar de saber perfectamente que, haciéndolo, podrían salvar decenas de miles de vidas.

Tampoco se ha unido ninguna de estas empresas al Acceso Mancomunado a Tecnología contra la COVID-19 (C-TAP), creado para apoyar el intercambio de licencias abiertas y no exclusivas. Además, han hecho campaña agresivamente contra las propuestas de eliminar temporalmente los derechos de propiedad intelectual como, por ejemplo, la exención relativa al Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (ADPIC) de la Organización Mundial del Comercio (OMC) planteada por India y Sudáfrica.

En septiembre de 2021 Amnistía Internacional presentó un informe sobre la desigualdad en cuanto a las vacunas. Estas fueron algunas de nuestras conclusiones principales:

Pfizer y BioNTech habían suministrado sólo a Suecia vacunas en cantidad nueve veces superior a la de todos los países de bajos ingresos juntos.


Moderna aún no había suministrado ni una sola dosis a ningún país de ingresos bajos, y había proporcionado sólo el 12% de sus vacunas a los países de ingresos medianos bajos.


AstraZeneca era la empresa que había suministrado la mayoría de las vacunas recibidas por los países de ingresos bajos, las había vendido a precio de costo y había concedido algunas licencias voluntarias a otros fabricantes.


Sin embargo, se ha negado a compartir su tecnología con las iniciativas de la OMS y se ha opuesto a la exención relativa a los ADPIC de la OMC.



TENEMOS QUE PONER FIN A LA DESIGUALDAD VACUNAL ¡YA!


La redistribución de vacunas salvará innumerables vidas. Hará del mundo entero un lugar más seguro, porque la vacunación global reducirá la probabilidad de que surjan variantes peligrosas. Cuanto más esperemos, más tiempo tiene el virus para mutar.

Los Estados y las empresas farmacéuticas tienen en sus manos la vida de millones de personas. Si presionamos lo suficiente, podemos asegurarnos de que respeten los derechos humanos de todas las personas, con independencia de dónde vivan.

No queda tiempo que perder. Nadie debe pasar otro año sin acceso a estas vacunas que pueden salvarle la vida.

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