La tortura bajo custodia de Alaa Abdel Fattah, bloguero y activista que alcanzó la fama durante el levantamiento de 2011, y los malos tratos sufridos por su abogado, Mohamed el-Baqer, constituyen una escalofriante ilustración de las tácticas despiadadas que las autoridades egipcias están dispuestas a utilizar para silenciar las críticas, manifestó Amnistía Internacional hoy.
Tras su detención, el 29 de septiembre, durante la última campaña de represión de las autoridades, Alaa Abdel Fattah fue trasladado a la infame prisión 2 de máxima seguridad de Tora, conocida como Al Aqrab 2, donde los guardias le vendaron los ojos, lo desnudaron, le propinaron retiradas patadas y golpes y lo amenazaron e insultaron.
Un agente de policía le dijo que la prisión estaba “hecha para la gente como tú” y que iba a pasar el resto de su vida en la cárcel. Un funcionario de la Agencia de Seguridad Nacional le advirtió de que sería torturado si denunciaba esos abusos.
“La tortura bajo custodia de Alaa Abdel Fattah ilustra la espantosa brutalidad con que las autoridades egipcias aplastan la disidencia y muestra hasta qué extremos están dispuestas a llegar para intimidar a quienes parezcan criticar al gobierno”, señaló Najia Bounaim, directora de Campañas de Amnistía Internacional para el Norte de África.
El abogado de Alaa Abdel Fattah, Mohammed el-Baqer, conocido defensor de los derechos humanos y director del Centro Adala de Derechos y Libertades, también fue detenido el 29 de septiembre y fue sometido a malos tratos en la misma prisión.
Se encuentra recluido en una celda mal ventilada, y recibió insultos de los guardias, que le vendaron los ojos y lo desnudaron y que le impidieron también ducharse durante nueve días y comprar agua y comida en la cantina de la prisión.
“Los abusos a que las autoridades egipcias están sometiendo a Mohamed el-Baqer simplemente por defender con valentía los derechos de víctimas de violaciones de derechos humanos son una ilustración más del absoluto despreció de Egipto por los derechos humanos”, añidió Najia Bounaim.
“Las autoridades egipcias deben abrir de inmediato una investigación independiente e imparcial sobre estas terribles denuncias de tortura y garantizar con urgencia la protección de Alaa Abdel Fattah y Mohamed el-Baqer.
“Ambos parecen haber sido detenidos únicamente por su trabajo legítimo de defensa de los derechos humanos; no deben estar encarcelados y mucho menos ser sometidos a tortura y otros malos tratos. Deben ser puestos en libertad de inmediato y sin condiciones, y deben retirarse los cargos en su contra. Además, los responsables de esta cruel injusticia deben ser obligados a responder de sus actos.”
La campaña de detenciones masivas de las autoridades egipcias, sumada a las nuevas denuncias de tortura y otros malos tratos infligidos a activistas y defensores y defensoras pacíficos de los derechos humanos, pone en primer plano el historial de Egipto en materia de derechos humanos en vísperas de su examen, en noviembre, en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
“La comunidad internacional, en particular los aliados de Egipto, debe mostrar su oposición a esta peligrosa deriva y pedir al presidente Abdel Fatah al Sisi que ponga fin a la crisis cada vez más grave de derechos humanos del país”, declaró Najia Bounaim.
Información complementaria:
Las autoridades egipcias están llevando a cabo la mayor campaña de represión jamás emprendida durante el gobierno del presidente Abdel Fatah al Sisi y detuvieron a más de 2.800 personas, entre manifestantes, figuras políticas, periodistas y abogados y abogadas de derechos humanos.
El 9 octubre, Alaa Abdel Fattah y Mohamed el-Baqer denunciaron tortura y otros malos tratos al comparecer ante la fiscalía para su interrogatorio.
Ambos están encarcelados en la infame prisión 2 de máxima seguridad de Tora, o Aqrab 2, donde las terribles condiciones de reclusión llevaron a decenas de personas recluidas allí a declararse en huelga de hambre.
Alaa Abdel Fattah fue detenido en reiteradas ocasiones en los últimos años, entre otras razones por su participación en manifestaciones durante el levantamiento de 2011. Ha cumplido una condena injusta de cinco años de prisión por participar en una protesta pacífica en 2013.
Fue excarcelado en marzo de 2019 con arbitrarias condiciones de libertad a prueba que le obligan a pasar todas las noches 12 horas en una comisaría de policía durante cinco años. A pesar de que no participó en el último estallido de protestas porque en ese momento estaba recluido en la comisaría de policía, fue detenido y acusado de difundir noticias falsas y unirse a una organización ilegal.