Florencia Manolakis y Bruno Rodríguez: “Los cambios pueden tardar, pero si se lucha con pasión, en algún momento se consiguen” – Amnistía Internacional Argentina | Defendemos los derechos humanos

Florencia Manolakis y Bruno Rodríguez: “Los cambios pueden tardar, pero si se lucha con pasión, en algún momento se consiguen”


De Andrea Garcia Giribet

La serie "El poder transformador de la educación en derechos humanos" nace inspirada por activistas de todo el planeta que aprenden sus derechos y difunden una cultura global de los derechos humanos; es una ventana a las historias de los defensores y defensoras de los derechos humanos que han participado en las iniciativas de educación en derechos humanos de Amnistía. La serie ilustra el poder transformador de la educación en derechos humanos y las acciones que estos/as activistas siguen llevando a cabo.

Florencia Manolakis y Bruno Rodríguez son activistas de la educación en derechos humanos en Argentina. Su labor se centra en los derechos sexuales y reproductivos y en ayudar a jóvenes de Argentina a conocer y reclamar sus derechos.

Bruno y Florencia en un evento de educación en derechos humanos. © Nadia Fusco & Demian Marchi Bruno y Florencia en un evento de educación en derechos humanos. © Nadia Fusco & Demian Marchi

¿Qué les llevó a convertirse en activistas?


F: Me llevó a convertirme en activista el ver que, como ciudadana joven y mujer, se me estaba excluyendo de conocer mis derechos humanos básicos. Había que abordar la falta de educación sobre los derechos sexuales y reproductivos en los centros educativos, y luego noté también que los profesionales de la salud no siempre están capacitados con perspectiva de derechos humanos. Esto me hizo pensar que debía involucrarme para generar un cambio y poder así ayudar a otros jóvenes.

B: Informarse acerca de lo nos acontece como jóvenes fue el punto inicial para empezar a sentir una profunda indignación en torno a la realidad de las minorías y otros sectores oprimidos y marginados de la sociedad. En secundaria, tuve docentes que me acompañaron en este proceso de empoderamiento con diversas herramientas. Participar en el Modelo de Naciones Unidas, en centros de estudiantes y otras iniciativas estimuló mi interés para implicarme en el impacto social.

Ser activista implica involucrarse en un proceso de transformación de nuestro alrededor y militar por la materialización de la justicia social y la conquista de la igualdad de todas las personas. Es un acto político. Esta misión me motiva cada día.

¿Cómo se involucraron en la educación en derechos humanos (EDH)?


F: Gracias al Grupo de Jóvenes de Amnistía Internacional, pude participar en talleres. Asistir a esos talleres me empoderó y me enseñó a empoderar a otros. También me hizo entender que me apasionan los derechos humanos y que es a lo que me quiero dedicar.

Estos talleres nos brindaron el espacio para participar de estas instancias de formación, por lo cual me parece que lo correcto es también facilitar esa información a todos los que me rodean. Entendí que la educación es uno de los aspectos cruciales para ayudar, porque puedes empoderar a las otras personas y esa es una verdadera contribución para cambiar sus vidas. No eres meramente “asistencialista”, porque les estás brindando verdaderas herramientas para el ejercicio de sus derechos.

B: Un amigo que conocí en un Modelo de Naciones Unidas era activista de Amnistía, y me llevó a la educación en derechos humanos. Nos introdujeron a la temática de defensa y promoción de los derechos sexuales y reproductivos, y después ayudé a organizar talleres en escuelas secundarias para transmitir conocimientos para defender estos derechos.

Háblennos de una iniciativa en la que hayan participado a través de la EDH y del cambio que han visto que representa.


B: El año pasado nos centramos sobre todo en el proyecto de ley sobre el aborto. Organizamos diversos talleres sobre estrategia de campañas e incidencia política. Aunque, lamentablemente, el proyecto de ley fue rechazado, pudimos observar un impacto contundente y positivo. Gracias a nuestro activismo, el debate sobre la legalización del aborto se instaló socialmente y ahora estamos muy cerca de lograr su conquista parlamentaria. Logramos dar visibilidad a un tema que antes se consideraba tabú.

F: Organizamos una jornada con los centros de estudiantes de variados colegios secundarios del país para que debatieran sobre el proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo. Además de los talleres, presentamos a los legisladores una carta donde se exponía por qué para la población joven era importante que la ley fuese aprobada.

Durante todo el año hicimos toda clase de actividades con respecto a este tema, intentando explicar a la gente la importancia del proyecto de ley, visibilizando mitos y explicando que se trata de un tema de salud pública.

Educación en derechos humanos en acción. Florencia y Bruno dirigen una actividad durante un taller. © Nadia Fusco & Demian Marchi Educación en derechos humanos en acción. Florencia y Bruno dirigen una actividad durante un taller. © Nadia Fusco & Demian Marchi

¿Cómo ha cambiado su vida la educación en derechos humanos?


B: La educación en derechos humanos me da brindado la oportunidad de conocer realidades distintas de la mía. También ha afianzado mis convicciones sobre la responsabilidad con la que carga la juventud activista. Mi actitud en torno a estas temáticas se volvió más apasionada respecto a los derechos humanos. El cambio más importante es que no individualizo nada, las violaciones de derechos humanos afectan a las comunidades, nuestro compromiso por generar transformaciones sociales es colectivo.

F: Me siento comprendida y ya no me siento sola. Sé que hay una comunidad que también comparte mis sueños, que es apasionada por que se cumplan los derechos humanos de la población. Me siento más fuerte al tener herramientas de educación en derechos humanos que respaldan las luchas que quiero librar por los derechos humanos.

¿Cómo cambia la vida de la gente cuando aprende sobre sus derechos humanos?


F: Un ejemplo breve pero muy concreto es que la educación en derechos humanos me ha permitido capacitar a mis amigas de una manera bastante integral en cuanto a métodos anticonceptivos y prevención de enfermedades de transmisión sexual. Muchas de ellas no sabían, por ejemplo que los hospitales públicos deben garantizar el acceso a métodos anticonceptivos y brindar toda la información que la persona requiera.

B: Mí momento más feliz fue asistir a un encuentro transnacional de jóvenes activistas en la Universidad Autónoma de Chile en el marco de la campaña “Es mi cuerpo”. Una militante estudiantil brindó un discurso exponiendo las victorias y los momentos difíciles de la campaña por la legalización del aborto, y pude sentir una emoción invadir mí alma al presenciar el impacto de la influencia positiva en América Latina del debate argentino. Entendí que la misión del activismo propuesto por Amnistía para la juventud es el desafío de lo imposible, es luchar globalmente por el respeto de los derechos humanos. En las campañas que desplegamos por los derechos sexuales y reproductivos en Argentina estamos calando hondo y gestamos una revolución inmortal. Va a ser imposible apagar tanto fuego.

¿Cómo creen que ha beneficiado su activismo a su comunidad?


F: Creo que siempre sembramos en los otros la semilla del activismo y de los derechos humanos. Hacemos que se replanteen violaciones de derechos humanos que parecen normalizadas. Hacemos que se replanteen que algo que parece naturalizado, como por ejemplo la violencia hacia la mujer, debe ser modificado porque viola derechos. En nuestros talleres, abordamos temáticas de género, intentando reconocer micromachismos, todo desde una perspectiva de derechos humanos, Intentamos replantearnos, analizar y deconstruir las cuestiones que damos por naturalizadas.

B: En Argentina existe una ley que establece los principios para la enseñanza de educación sexual integral en los centros escolares. Lamentablemente, esta normativa carece de políticas públicas que garanticen su implementación efectiva en las instituciones educativas. Los talleres que brinda el Grupo de Jóvenes de Amnistía Internacional dan a las personas jóvenes lo que las instituciones educativas no les dan, les ofrecen recursos y materiales para que puedan conocer cuáles son sus derechos sexuales y reproductivos. Creo que garantizamos un impacto positivo en las y los estudiantes de las escuelas que nos reciben porque gracias a esos recursos pueden conocer cuáles son sus derechos para poder defenderlos.

Pongan un ejemplo de cómo una de las campañas en las que participaron logró crear un cambio.


B: En muchos casos logramos el interés de los medios de comunicación, desde el proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo hasta el proyecto “Es mi cuerpo” y la Ley de Educación Sexual Integral.

F: El momento más feliz que recuerdo el día en que la Cámara de Diputados aprobó el proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo. Habíamos trabajado en torno a ese tema todo el año, visibilizando, mostrando cómo se pueden evitar muchas muertes. Convencimos a muchas personas que estaban en duda por carecer de información, por desconocer cifras y datos objetivos. Haber llegado tan lejos con respecto a un tema que había sido tabú durante mucho tiempo en la sociedad, haberlo instalado en la agenda pública y en la charla cotidiana de todas las personas, fue algo muy alentador. Vimos que los cambios pueden tardar, pero que si se lucha con pasión, en algún momento se consiguen.

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