En respuesta a la actuación policial del 11 de agosto, en que la policía utilizó gas lacrimógeno y disparó balas de goma, Man-kei Tam, director de Amnistía Internacional Hong Kong, declaró:
“La policía de Hong Kong volvió a utilizar gas lacrimógeno y balas de goma de una forma que vulnera las normas internacionales. Disparar contra manifestantes que se retiraban en espacios cerrados de los que apenas tenían tiempo para salir va contra el supuesto objetivo de dispersar a una multitud.”
Según informan los medios de comunicación, una de las personas que protestaban sufrió el estallido de un globo ocular en Tsim Sha Tsui tras ser alcanzada por lo que parecía un proyectil de goma de la policía. La policía disparó numerosos proyectiles de gas lacrimógeno y balas de pimienta a escasa distancia de las personas que protestaban en el interior de una estación de tren en Kwai Fong y Taikoo, en ocasiones apuntando a sus cabezas y su torso.
El gas lacrimógeno no se debe utilizar en lugares cerrados o cuando las salidas están bloqueadas o restringidas. Los proyectiles de gas lacrimógeno y de pimienta y las balas de goma pueden provocar graves lesiones e incluso llegar a matar. Por esta razón nunca pueden dirigirse directamente contra una persona, ni utilizarse cuando hay mala visibilidad. Si se utilizan estas armas debe hacerse cumpliendo estrictamente los principios de legalidad, necesidad y proporcionalidad.
“La policía de Hong Kong demostró una vez más cómo no debe ser la actuación policial en una protesta”, afirmó Man-kei Tam. “Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley deben poder desempeñar su función de proteger a la ciudadanía. No obstante, la violencia contra la policía no da a los agentes luz verde para actuar vulnerando las normas internacionales sobre actuación policial.”
“Cualquier planteamiento de mano dura en la actuación policial no hará sino aumentar la tensión y provocar hostilidad, conduciendo a un empeoramiento general de la situación.”
Amnistía Internacional pide a todos los gobiernos que suspendan las transferencias a Hong Kong de material “menos letal” para el control de multitudes hasta que se lleve a cabo una investigación completa e independiente y se establezcan las salvaguardias adecuadas.