Irán: Decenas de personas heridas mientras las fuerzas de seguridad utilizan fuerza ilegal para sofocar las protestas – Amnistía Internacional Argentina | Defendemos los derechos humanos

Irán: Decenas de personas heridas mientras las fuerzas de seguridad utilizan fuerza ilegal para sofocar las protestas


Las grabaciones de vídeo verificadas, las fotografías y los testimonios de víctimas y testigos presenciales sobre el terreno obtenidos por Amnistía Internacional confirman que las fuerzas de seguridad iraníes utilizaron fuerza ilegal contra manifestantes pacíficos congregados en todo Irán tras la admisión de las autoridades de que habían derribado un avión de pasajeros ucraniano el 8 de enero.

Los indicios señalan que, el 11 y 12 de enero, las fuerzas de seguridad dispararon perdigones puntiagudos con armas de aire comprimido (normalmente utilizados para cazar) contra manifestantes pacíficos, a los que causaron hemorragias y dolorosas heridas. Las fuerzas de seguridad también utilizaron balas de goma, gas lacrimógeno y pulverizadores de pimienta para dispersar a manifestantes, a quienes además propinaron patadas y puñetazos, golpearon con porras y detuvieron arbitrariamente.

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“Es terrible que las fuerzas de seguridad iraníes hayan sofocado violentamente vigilias y protestas pacíficas realizadas por personas que pedían justicia para los 176 pasajeros que murieron en el avión y expresaban su rabia por el encubrimiento inicial de las autoridades iraníes”, manifestó Philip Luther, director de Investigación y Trabajo de Incidencia para Oriente Medio y el Norte de África de Amnistía Internacional.

“El uso de fuerza ilegal en las últimas manifestaciones forma parte de un largo patrón de actuación de las fuerzas de seguridad iraníes.”

 

Uso ilegítimo de la fuerza


Los testimonios y fotografías obtenidos por Amnistía Internacional señalan que las fuerzas de seguridad dispararon perdigones puntiagudos que causaron dolorosas heridas y que hubo que extirpar mediante tratamiento quirúrgico; también hubo heridas que coincidían con el uso de balas de goma. Esos perdigones se utilizan para la caza menor, y son totalmente inadecuados para su uso en operaciones de control policial.

El Cuerpo de Verificación Digital de Amnistía Internacional verificó también decenas de vídeos que mostraban a las fuerzas de seguridad disparando gas lacrimógeno contra multitudes de manifestantes pacíficos.

Se desplegaron fuerzas de seguridad en las calles, incluidas las fuerzas especiales de la policía iraní, la fuerza paramilitar Basij y agentes vestidos de civil.

Uno de los vídeos verificados por Amnistía Internacional muestra a dos mujeres en Teherán yaciendo heridas en el suelo, sangrando. En otro vídeo grabado en las cercanías se ve a una mujer tendida en el suelo en un charco de sangre, gritando de dolor. A la gente que las ayuda en los vídeos se la oye decir que les han disparado. Amnistía Internacional no pudo determinar qué tipo de munición se utilizó para causar esas heridas.

En otro vídeo se ve a un hombre con una herida sangrante en la cabeza. Dos radiografías obtenidas por Amnistía Internacional muestran claramente perdigones alojados en la rodilla de un manifestante y en el tobillo de otro.

Amnistía Internacional verificó también imágenes de las fuerzas de seguridad empuñando escopetas, pero no está claro qué tipo de munición llevaban cargada.

La organización recibió mensajes de varios manifestantes heridos que enviaron fotografías de sus heridas y dijeron que no habían buscado tratamiento hospitalario para que les extirparan los perdigones puntiagudos, que seguían dolorosamente alojados en su cuerpo, por temor a ser detenidos.

Las fuerzas de seguridad y de inteligencia mantienen una fuerte presencia en algunos hospitales, lo que hace temer que planeen detener a pacientes. Amnistía Internacional también ha recibido información de que las fuerzas de seguridad trataron de trasladar a algunos manifestantes heridos a hospitales militares. Ha habido clínicas y hospitales de Teherán que han rechazado a personas heridas, diciéndoles que, si las fuerzas de seguridad e inteligencia descubrían que estaban entre los manifestantes, las detendrían.

Un hombre de Maali Abad, en Shiraz, provincia de Fars, que dijo que había acudido a la vigilia en solidaridad con las víctimas del accidente de aviación el 12 de enero, declaró que las fuerzas de seguridad eran más numerosas que la multitud asistente, y que crearon una “atmósfera de terror e intimidación para que la gente se asustara y se marchara”.

“Insultaban y golpeaban a todo el mundo con porras por todo el cuerpo, no importaba si sólo eran personas que pasaban por allí. No les importaba si golpeaban a jóvenes o a ancianos, a hombres o a mujeres”, declaró, y añadió que las fuerzas de seguridad también dispararon gas lacrimógeno contra la multitud. Este hombre resultó herido, pero no buscó tratamiento hospitalario por miedo a que lo detuvieran.

Otra testigo presencial, Mahsa, de Teherán, describió cómo las fuerzas de seguridad dispararon gas lacrimógeno en el vestíbulo de una estación de metro para impedir que la gente saliera a unirse a la protesta.

“Había tanto gas lacrimógeno [...] Yo sentía tanta tensión y ansiedad que al principio ni siquiera me di cuenta de que me habían disparado [...] Las fuerzas especiales de la policía disparaban perdigones puntiagudos contra la gente. Ahora tengo el abrigo lleno de agujeros, y hematomas en el cuerpo [...] Las calles estaban llenas de agentes armados vestidos de civil que disparaban al aire y amenazaban con disparar contra la gente [...] Un miembro de las fuerzas de seguridad me persiguió cuando me vio filmando la protesta, y entonces fue cuando me dispararon un perdigón puntiagudo en la pierna [...] Duele muchísimo”, dijo.

Mahsa añadió que las autoridades habían amenazado al personal médico, y que a ella la habían rechazado en tres centros médicos e incluso en una clínica veterinaria en la que había buscado tratamiento. El 14 de enero, un médico de un hospital de Teherán le dijo que tenía que abandonar el hospital de inmediato porque, si el departamento de inteligencia (Herasat) del hospital descubría que estaba entre los manifestantes, la detendrían.

La situación en Irán ahora mismo es aún más dolorosa que la muerte. Nos están matando lentamente; nos están torturando hasta matarnos”, declaró Mahsa.

En varios vídeos grabados dentro de la estación de metro de Shademan, en Teherán, se oye a gente decir que las fuerzas de seguridad dispararon gas lacrimógeno en el interior de la estación. Los botes de gas lacrimógeno son indiscriminados y pueden causar lesiones graves e incluso la muerte, especialmente si se utilizan en un espacio cerrado. Sólo deben utilizarse como respuesta concreta a actos específicos de violencia, y nunca para dispersar a manifestantes pacíficos. Tampoco deben utilizarse nunca en un espacio cerrado.

En muchos casos, las acciones de las fuerzas de seguridad violaron la prohibición absoluta de la tortura y otros malos tratos consagrada en el derecho internacional.

 

Detenciones arbitrarias


Se recibió información que indica que se ha detenido a decenas de personas, entre ellas estudiantes de universidad, en ciudades en las que se han celebrado protestas, como por ejemplo: Ahvaz, en la provincia de Juzestán; Isfahán, en la provincia de Isfahán; Zanjan, en la provincia de Zanjan; Amol y Babol, en la provincia de Mazandarán; Bandar Abbas, en la provincia de Hormozgan; Kermanshah, en la provincia de Kermanshah; Sanandaj, en la provincia de Kurdistán; Mashhad, en la provincia de Jorasán Razaví; Shiraz, en la provincia de Fars; Tabriz, en la provincia de Azerbaiyán Oriental; y Teherán.

La información recibida por Amnistía Internacional indica que, en al menos dos ciudades, Amol y Teherán, las autoridades están negando a las familias de algunas personas detenidas información sobre su suerte y su paradero, lo cual constituye un crimen de desaparición forzada en virtud del derecho internacional.

La organización ha recibido también escalofriantes denuncias de violencia sexual contra al menos una mujer detenida arbitrariamente por agentes de seguridad vestidos de civil y recluida durante varias horas en una comisaría de policía. Según una fuente bien informada, mientras estuvo detenida la mujer fue conducida a una habitación donde fue interrogada por un agente de seguridad que la la violó al obligarla practicarle sexo oral e intentar forzarla a mantener relaciones sexuales.

Las fuerzas de seguridad de Irán han perpetrado una vez más un censurable ataque contra el derecho del pueblo iraní a la libertad de expresión y de reunión, y han recurrido a tácticas ilegales y brutales”, ha manifestado Philip Luther.

“Las autoridades iraníes deben poner fin urgentemente a la represión y garantizar que las fuerzas de seguridad ejercen la máxima moderación y respetan los derechos de los y las manifestantes a la libertad de expresión y reunión. Las personas detenidas deben estar protegidas frente a la tortura y otros malos tratos, y todas las que hayan sido detenidas arbitrariamente deben ser puestas en libertad.”

 

Información complementaria


Las protestas comenzaron el 11 de enero, después de que las autoridades iraníes admitieran haber derribado involuntariamente el avión ucraniano; durante tres días lo habían negado, y habían atribuido el accidente de avión a un fallo mecánico. Las protestas se extendieron rápidamente hasta incluir lemas antisistema y exigencias de transformación del sistema político del país, incluido un referéndum constitucional y el fin del sistema de república islámica.

Estas protestas vinieron precedidas de una sangrienta represión en la que más de 300 manifestantes murieron y miles fueron detenidos entre el 15 y el 18 de noviembre de 2019 cuando las fuerzas de seguridad iraníes recurrieron a la fuerza letal. Amnistía Internacional ha pedido a los Estados miembros del Consejo de Derechos Humanos de la ONU que celebren un periodo especial de sesiones sobre Irán para encargar una investigación sobre los homicidios ilegítimos de manifestantes, la espantosa oleada de detenciones, las desapariciones forzadas y la tortura de personas detenidas, con el fin de garantizar la rendición de cuentas.

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