Cuando se acerca el momento en que se cumplirán los primeros 100 días de Donald Trump en el poder, hemos reunido algunas de las maneras en las que el presidente ha amenazado los derechos humanos, tanto en Estados Unidos como en el resto del mundo.
La amenaza a nuestros derechos y libertades continúa, pero también permanece nuestra persistencia en protegerlos. Unite a nosotros en la lucha durante los próximos 100 días, y más allá.
1. Ataques contra los derechos de las mujeres
En su tercer día en el cargo, el presidente Trump emitió una orden ejecutiva que restablecía y ampliaba la regla de la mordaza global: una regla que prohíbe la ayuda internacional de Estados Unidos a los grupos que imparten en sus comunidades educación sobre el aborto sin riesgos. Es probable que las acciones del presidente causen un aumento de las tasas de mortalidad materna en todo el mundo.
El presidente no se detuvo ahí.
El 13 de abril firmó un proyecto de ley que permite que los estados retengan fondos federales a las organizaciones que prestan servicios de aborto, incluida Planned Parenthood.
Eso significa que miles de personas —en particular mujeres y niñas con bajos ingresos— no podrán acceder a atención médica básica, como pruebas de detección del cáncer, salud durante el embarazo, control de la natalidad y servicios de aborto sin riesgos.
El presidente Trump también revocó protecciones laborales para las mujeres que garantizaban la igualdad de salarios, procesos justos en relación con el acoso sexual en el lugar de trabajo y protección del permiso parental.
2. Cerrar la puerta a personas refugiadas y musulmanas
El presidente Trump ha impedido la entrada de personas refugiadas a Estados Unidos durante 120 días. El coste de esta medida en vidas humanas es brutal: 47.000 personas refugiadas en situación de extrema vulnerabilidad quedarán abandonadas.
Personas que llevan años esperando y que han pasado por el proceso de verificación de antecedentes se encontrarán con que sus comprobaciones de antecedentes han caducado, lo que las obligará a someterse de nuevo a todo el proceso, y prolongará así el tiempo que permanecen en peligro y separados de sus familias. Para algunas, podría ser una condena a muerte.
Las órdenes ejecutivas del presidente Trump que prohíben la entrada a las personas procedentes de países de mayoría musulmana intentaban incorporar la intolerancia a la legislación. Sucedió lo contrario: la prohibición de entrada a los musulmanes estimuló un nuevo movimiento. Tras las protestas que estallaron en todo el mundo, el gobierno de Trump se vio obligado a ponerse a la defensiva, y optó por retirar la primera orden y emitir una segunda que está actualmente en los tribunales.
Sin embargo, seguimos recibiendo noticias sobre personas a las que se pregunta por su religión y sus opiniones políticas en los aeropuertos. Eso ha afectado a ciudadanos como Muhammed Ali Jr.
La prohibición demoniza asimismo a las personas refugiadas, a las que presenta como delincuentes y simpatizantes del terrorismo, centrándose en premisas falsas sobre la inseguridad del sistema de refugiados. Si el gobierno estadounidense no sabe quién es una persona refugiada, no la admite. Así de simple.
3. Crímenes de odio y acoso
Mientras persista el clima de odio y discriminación, persistirá también el miedo y la incertidumbre para los estadounidenses musulmanes. La prohibición del presidente Trump relativa a las personas musulmanas y la retórica inflamatoria al respecto parecen haber envalentonado las conductas y actitudes islamófobas: los ataques contra mezquitas se duplicaron en los tres primeros meses de 2017.
El portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, ha dudado y titubeado repetidamente al preguntársele sobre las noticias de acoso y violencia por motivos de odio contra musulmanes, judíos y otras comunidades, y no ha condenado de forma rotunda esos hechos.
4. Respaldo a quienes cometen abusos contra los derechos humanos
El presidente ignora sistemáticamente los abusos contra los derechos humanos cometidos fuera de Estados Unidos, y en algunos casos incluso alaba a dirigentes que los cometen. Desde afirmar que el presidente egipcio Al Sisi está haciendo “un trabajo excelente” pese a la represión que está ejerciendo sobre la sociedad civil, hasta animar al presidente filipino Duterte a continuar con sus ejecuciones extrajudiciales de consumidores y traficantes de drogas, las acciones y las palabras del presidente Trump animan a quienes cometen abusos contra los derechos humanos.
Estados Unidos está además armando a autores de abusos al vender armas a Bahréin y Arabia Saudí, dos países que forman parte de una coalición militar que ha violado reiteradamente el derecho internacional humanitario en Yemen.
5. Violaciones de los derechos de los pueblos indígenas
El presidente Trump ha pisoteado los derechos de los indígenas de Standing Rock al dar permiso para que el oleoducto Dakota Access perfore bajo el lecho del río Misuri, al norte de Standing Rock, amenazando la fuente de agua de los sioux de Standing Rock y otras tribus río abajo.
Este proyecto constituiría una violación de los derechos de estos pueblos y de su soberanía sobre sus tierras.
6. Retroceso de los derechos de las personas LGBTI
En febrero, el presidente revocó unas orientaciones históricas que ordenaban a las escuelas públicas que permitieran a los y las estudiantes transgénero el uso de los cuartos de baño que se ajusten a la identidad de género de su elección. Para los niños y niñas transgénero, que ya sufren violencia y hostigamiento, el cuarto de baño no es un lugar seguro, y este retroceso los pone en una situación de mayor riesgo de violencia y acoso.
El presidente también retiró las protecciones laborales que exigían que las empresas que tengan contratos con el gobierno federal demuestren que no discriminan por motivos de orientación sexual o identidad de género.
Esta agenda contra las personas LGBTI se está introduciendo en los más altos niveles del gobierno estadounidense, al enviar a la conferencia de la ONU sobre los derechos de las mujeres a una delegación anti LGBTI y al designar para altos cargos a personas con un historial de oposición a las medidas de protección para las comunidades LGBTI.
7. Socavar el derecho a la protesta
El presidente Trump se ha mostrado abiertamente hostil hacia quienes expresan disidencia, y ha llegado a insinuar que quienes lo critican deberían ser sancionados o silenciados. La protesta pacífica es un derecho humano que debe ser respetado, protegido y realizado.
El periodismo es un elemento esencial para una sociedad justa y para la transparencia, la verdad y la rendición de cuentas. La retórica hiriente e intimidatoria del presidente Trump hacia la prensa parece peligrosamente cercana a la violación de los derechos de este sector.
Además, el presidente parece creer que su propio derecho a la libertad de expresión es más importante que el derecho de quienes protestan. Los abogados del presidente Trump sostuvieron que, aunque los manifestantes también tienen derecho, en virtud de la Primera Enmienda, a expresar opiniones discrepantes, no tienen derecho a interrumpir un acto público de campaña. Estos argumentos sientan un sombrío precedente sobre la manera en que el presidente interpreta la libertad de expresión.
8. Promover el uso de la tortura
Donald Trump es un presidente que apoya la tortura. En plena campaña electoral expresó su apoyo a la tortura en múltiples ocasiones, y se comprometió a recuperar “cosas muchísimo peores” que el simulacro de ahogamiento (conocido como waterboarding). A finales de enero, el presidente Trump declaró en la televisión nacional que la tortura “sin duda funciona”.
No hemos presenciado la menor disposición a abordar la crisis de derechos humanos de Guantánamo, donde 41 personas continúan encerradas sin cargos y sin un juicio justo, potencialmente hasta que mueran. El presidente incluso prometió “llenar [el campo de detención] de tipos malos”, una retórica peligrosa que amenaza con convertirse en realidad.
9. Recorte de fondos para un mundo en crisis
El gobierno está tratando de recortar los fondos que aporta a las Naciones Unidas, incluidos los destinados a misiones humanitarias y de mantenimiento de la paz. Todo forma parte de una agenda más amplia de “Estados Unidos primero” que señala una retirada del humanitarismo. El gobierno de Trump no asistió al periodo de sesiones de marzo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y de este modo subrayó su desprecio general por los derechos humanos en la región y en el mundo.
10. Cambio climático
Al abandonar las medidas para abordar el cambio climático y su efecto en los derechos humanos, el futuro tanto del medio ambiente mundial como de los derechos humanos de millones de personas está en juego. El presidente ha paralizado los esfuerzos por hacer frente al cambio climático en Estados Unidos y en el extranjero, y ha emprendido acciones para detener las medidas encaminadas a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.