Columna publicada en Perfil.com
1998. Recep Tayyip Erdogan es alcalde de Estambul y el gobierno turco lo condena por leer un poema en una manifestación. Amnistía Internacional lo declara preso de conciencia y pide su liberación.
2017. Recep Tayyip Erdogan es presidente y dirige las detenciones de algunos de los más destacados activistas y defensores y defensoras de los derechos humanos del país, entre ellos dos líderes de Amnistía Internacional Turquía.
La directora de Amnistía Internacional Turquía, İdil Eser, fue detenida cuando participaba en un taller. La detención se produjo bajo la absurda sospecha de considerar que pertenece a una “organización terrorista armada”. Durante más de 28 horas, ni siquiera sus seres queridos conocían el lugar en el que estaba recluida. Su detención podría ampliarse sin que tenga que comparecer ante un tribunal.
Esta situación se produjo un mes después de que se ordenara el ingreso en prisión del presidente de Amnistía Internacional Turquía, Taner Kiliç, por cargos infundados. Taner es acusado de apoyar a Fethullah Gülen, organización a la que critica abiertamente. De ser declarado culpable de pertenecer a ese movimiento, podría ser condenado a una pena de hasta 15 años de prisión.
Las detenciones ponen de relieve la precaria situación de los y las defensores de derechos humanos en Turquía, país donde más de 50.000 personas fueron encarceladas en el marco de la represión que siguió al intento de golpe de Estado ocurrido hace un año.
Si alguien todavía dudaba del resultado final de la represión iniciada tras el intento de golpe de Estado de Turquía, no debería hacerlo ya. No va a haber sociedad civil, críticas ni rendición de cuentas en la Turquía de Erdogan.
Tras la detención de İdil y de otras nueve personas, varios gobiernos en todo el mundo condenaron inmediatamente las acciones del gobierno turco y su sistemática violación a los derechos humanos. No fue el caso de Argentina.
Mientras esta repudiable situación se daba en Turquía, nuestro Presidente se reunía con Erdogan en el marco del G-20, en Hamburgo. Según las comunicaciones oficiales, los mandatarios hablaron de temas económicos. Nada se dijo sobre la desesperante situación del país intercontinental.
Así como Macri viene cuestionando la situación de derechos humanos en Venezuela y celebró el traslado a arresto domiciliario de Leopoldo López, por cierto, preso de conciencia de Amnistía Internacional, sería esperable que cuando mantiene relaciones bilaterales con presidentes tan cuestionados como Erdogan, mantenga la misma lógica y coherencia.
*por Mariela Belski, Directora ejecutiva de Amnistía Internacional Argentina