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En respuesta a la impactante noticia de que casi 200 personas refugiadas sirias rescatadas de una embarcación que se hundía ante la costa de Líbano el día de Nochevieja han sido deportadas ilegalmente y entregadas a las autoridades sirias, Aya Majzoub, directora adjunta de Amnistía Internacional para Oriente Medio y el Norte de África, ha declarado:
“La aparente deportación, por parte del ejército libanés, de estas personas refugiadas muestra una vez más el cruel desprecio con que las autoridades tratan a las personas vulnerables”.
“Estas personas escaparon de la guerra de Siria, soportaron duras condiciones como refugiadas en Líbano y luego sobrevivieron al hundimiento de su embarcación […] únicamente, según parece, para ser devueltas ilegalmente a las manos de las mismas autoridades de las que huyeron. A continuación, al parecer, fueron presa de funcionarios corruptos y traficantes de personas.”
“Líbano debe respetar las obligaciones que ha contraído en virtud del derecho internacional y debe dejar de deportar a personas refugiadas a Siria, donde se enfrentan a riesgos creíbles de detención, tortura y otros abusos.”
Información complementaria
El 31 de diciembre de 2022, una embarcación en la que viajaban unas 230 personas, en su mayoría sirias, que confiaban en llegar a Europa, empezó a hundirse, según indican los informes, tras zarpar de la costa norte de Líbano. Los servicios de salvamento de la marina libanesa y las tropas de mantenimiento de la paz de la ONU rescataron, según se ha informado, a todas las personas menos dos: una mujer y un niño sirios se ahogaron.
Tras llevarlas a la costa, al puerto libanés de Trípoli, el ejército libanés subió, según los informes, a camiones a casi 200 personas sirias rescatadas, algunas de las cuales estaban registradas en la Agencia de la ONU para los Refugiados, y las dejó en el lado sirio de un paso fronterizo no oficial en Wadi Jaled, una zona remota del noreste de Líbano. Las devoluciones forzadas a Siria constituyen un incumplimiento de las obligaciones de no devolución contraídas por Siria, según las cuales no debe devolver a nadie a un país en el que corra peligro de sufrir persecución u otras violaciones graves de derechos humanos.
Las personas refugiadas, después de ser llevadas al otro lado de la frontera, fueron al parecer retenidas por hombres vestidos con uniformes militares sirios hasta que las familias que podían permitírselo pagaron para que fueran liberadas y llevadas de nuevo a Líbano por traficantes de seres humanos.
Un refugiado, que estaba registrado en la Agencia de la ONU para los Refugiados, confirmó a Amnistía Internacional que el ejército libanés lo había deportado a Siria y lo había entregado al ejército sirio. Según su relato, un “alto mando militar vestido de civil” le pidió entonces dinero a cambio de coordinar con traficantes de personas su regreso a Líbano a través de la frontera.