Las desgarradoras cartas desde la cárcel de la abogada y activista de los derechos de las mujeres Nasrin Sotoudeh revelan el trauma que el gobierno inflige a las familias a las que dice proteger.
Nasrin Sotoudeh es una abogada que nunca eludió hacer lo correcto en Irán. En su larga e impresionante trayectoria profesional, denunció las injusticias de la pena de muerte y luchó por los derechos de la infancia. Más recientemente, cuestionó las degradantes leyes que obligan a niñas de tan solo nueve años a llevar el hiyabs o pena de cárcel, flagelación o multa.
Nasrin ha sido condenada a un total de 38 años y 148 latigazos en dos juicios injustos por reivindicar el derecho a elegir de las mujeres y niñas. Tendrá que cumplir 17 años de su condena.
Nasrin Sotoudeh
Nasrin Sotoudeh es también madre de un hijo y una hija. Su compromiso con la justicia y la igualdad para sus clientes puso en su contra a las autoridades de Irán, que la han encarcelado dos veces: una en 2010 y ahora de nuevo, en 2018. En las dos ocasiones, Nasrin fue separada de sus queridos hijos y estos de su valiente y amante madre. Durante ese periodo, escribió varias cartas desde la cárcel a su hijo Nima, que ahora tiene 11 años, y a su hija Mehraveh, de 19. Como muestran estos fragmentos, la angustia de Nasrin por ser lo que es —alguien que debe defender lo correcto a toda costa— le hace cuestionarse sus propias decisiones como madre. Es una situación injusta provocada no por sus decisiones, sino por un gobierno represivo resuelto a quebrarla. Muchas personas coincidirán en que Nasrin es la mejor madre que puede ser al enseñar a sus hijos que la verdad y la justicia son principios por los que vale la pena luchar y que ser buena madre no significa elegir entre sus valores y sus hijos e hijas.
Marzo de 2011
Hola, mi querido Nima:
Qué difícil es escribirte una carta. ¿Cómo te digo dónde estoy cuando eres tan inocente y demasiado joven para comprender el verdadero sentido de palabras como prisión, detención, condena, juicio e injusticia?
La semana pasada me preguntaste: “Mami, ¿vienes con nosotros a casa hoy?” y tuve que contestar a la vista de los agentes de seguridad: “Mi trabajo me va a llevar un tiempo, así que iré a casa más tarde”. Fue entonces cuando asentiste como para decir que lo entendías, me cogiste la mano y le diste un dulce beso infantil con tus pequeños labios.
¿Cómo explico que ir a casa no depende de mí, que no soy libre para volver corriendo a ti, cuando sé que le habías dicho a tu padre que me pidiera que terminara mi trabajo y volviera a casa? ¿Cómo te explico que ningún “trabajo” podría tenerme jamás tan lejos de ti?
Mi querido Nima, en los últimos seis meses he llorado sin control en dos ocasiones. La primera vez fue cuando murió mi padre y me impidieron llorarlo y asistir a su funeral. La segunda fue el día en que me pediste que volviera a casa y no pude volver a casa contigo.
Mi queridísimo Nima, en casos de custodia de menores, los tribunales deciden en reiteradas ocasiones que, en lo que se refiere a los derechos de visita, no se puede dejar a un niño de tres años con su padre durante 24 horas consecutivas. Esto es porque los tribunales creen que los niños pequeños no deben estar separados de su madre 24 horas, pues esa separación les causaría daños psicológicos.
Sin embargo, este mismo poder judicial ignora los derechos de un niño de tres años con el pretexto de que su madre trata de “actuar contra la seguridad nacional ” del país.
No hace falta decir que yo no he tratado en modo alguno de “actuar contra la seguridad nacional” y que, como abogada, mi único objetivo siempre ha sido defender a mis clientes según la ley.
Quiero que sepas que, como mujer, estoy orgullosa de la dura condena que me ha sido impuesta y que tengo el honor de haber defendido a muchas personas que defienden los derechos humanos. Los incesantes esfuerzos de las mujeres han demostrado por fin que con independencia de si los apoyamos o nos oponemos a ellos, no se nos puede seguir ignorando.
Esperando mejores días,
Mamá Nasrin