El Orgullo ha tenido un gran éxito en Turquía en los últimos años. En 2015, las autoridades de Estambul prohibieron las marchas del Orgullo, que llevaban 12 años celebrándose pacíficamente. Sin embargo, las personas dedicadas al activismo y aliadas se han negado a ser silenciadas y siguen reuniéndose orgullosamente para el Orgullo de Estambul y el Orgullo Trans de Estambul, que se organiza aparte para hablar de temas como la salud, la visibilidad y los derechos constitucionales de las personas trans+ en un intento de exigir sus derechos.
Sin embargo, esto no está exento de peligros, ya que muchas personas son objeto de fuerza policial excesiva, como Can, de 29 años, activista trans de Estambul (Turquía). En esta historia, Can cuenta por qué arriesga su vida y hace todo lo posible para asegurarse de que las personas LGBTI sigan teniendo un espacio seguro para reunirse y ser escuchadas.
Me acuerdo de ir caminando el Día de la Igualdad Trans para el Orgullo Trans de Estambul el año pasado. A pesar de que la marcha tenía solo 20 metros de longitud, fue una victoria para nuestra pequeña comunidad. Reunirse a pesar de que la policía planeaba detenernos fue una victoria. Hemos tenido muchas victorias, pero no hay tiempo para celebrarlas debido a todas las dificultades que seguimos sufriendo.
Después del Orgullo Trans de 2023, sufrimos una ofensiva increíble. La cantidad de amenazas a las que se enfrentaron mis amistades en las redes sociales fue inimaginable. Algunas de ellas ni siquiera podían caminar por la calle o tomar el autobús solas por los ataques de la gente. Siempre estamos bordeando la línea que separa la seguridad de la inseguridad. No hay término medio entre la seguridad y el peligro.
El mismo año, participé en el Orgullo de Estambul. Una vez más, detuvieron a muchas personas, a mí también. Tuve mucha, mucha suerte. Cuando la policía me detuvo (dos horas después del Orgullo, cuando todo el mundo había terminado y estaba tomando café o cerveza, de pícnic y demás), fue a por mí, me persiguió y me golpeó la cabeza con su blindaje corporal, lo que me hizo sangrar y que tuvieran que darme puntos de sutura en la cabeza.
En un momento dado, me hicieron darles las gracias por no usar abrazaderas inversas [esposar por detrás para asegurarse de que la persona no pueda moverse cuando está en el autobús de personas detenidas], lo cual es ilegal, pero se practica siempre que se detiene a activistas de derechos humanos.
Aun así, me considero una de las personas afortunadas porque salí al día siguiente. Una persona del autobús de personas detenidas fue enviada al centro de expulsión en mitad del verano sin aire acondicionado, agua ni comida porque no era ciudadana turca y la policía pensó que asistía al Orgullo. ¿El motivo? Parecía “un poco queer” a los ojos de la policía y ahora no puede volver a entrar en Turquía.
En Turquía, el activismo por los derechos LGBTI+ está en la misma categoría que la seguridad nacional y se nos somete a registros domiciliarios arbitrarios, detenciones, multas y arrestos.
Crecer en Turquía
Mi familia siempre supo que yo era queer, pero finalmente encontré el coraje para decírselo después de comenzar la terapia hormonal. Les envié un mensaje que decía: “¿Podemos hablar por teléfono? Es un tema muy importante y urgente.” Creo que mi mensaje los alarmó. Sin embargo, aunque salir del armario como persona trans no binaria fue impactante, no fue el fin del mundo para mi familia.
Tuve la suerte y el privilegio de que, aunque mi familia y amistades no entendían por lo que estaba pasando, me seguían apoyando y tenían la suficiente confianza como para hacer preguntas. Muchas de mis amistades no pueden decir lo mismo y, por el contrario, se enfrentan a amenazas en su vida cotidiana.
En mi experiencia, lo que significa el hecho de que muchas personas en Turquía sigan y amen a personajes como Bülent Ersoy [una de las cantantes más conocidas de Turquía que transicionó a mujer en 1980] y Zeki Müren [un icono gay] es que te aceptan si encajas en la ‘norma social’, pero te fetichizan y rechazan si no era así.
Aunque la gente que vive en el extranjero conoce de algún modo nuestra situación —“Oh, me he enterado de que están prohibiendo vuestros Orgullos”— eso es lo único que saben y ésa es la menor de mis preocupaciones. Mucha gente de nuestro colectivo sufrimos debido al clima económico actual: como persona trans, es difícil conseguir trabajo o incluso alojarse en una vivienda para estudiantes de las que gestiona el gobierno. Nuestros desafíos más inmediatos son la falta diaria de acceso a nuestros derechos que constituyen el contexto general que nos permite vivir.
Encontrar mi pasión
Siempre supe que el activismo era una de mis pasiones. Cuando era más joven, me apasionaban los derechos de los animales, pero en 2013, todo hizo clic en mi cabeza con las protestas del parque Gezi [la policía desalojó del parque Gezi a un pequeño grupo de manifestantes que se oponían a su destrucción, lo que causó revuelo en todo el país en torno al derecho a protestar] y entendí que tenía que usar mis conocimientos de medios de comunicación y diseño para mi activismo.
Ahora trabajo de forma voluntaria en Lambdaistanbul, una de las organizaciones LGBTI+ más antiguas que sigue en pie de Turquía. Organizamos eventos y talleres semanales para hacer frente a la soledad de las personas LGBTI. Lo que me encanta de trabajar voluntariamente en Lambda es que podemos hablar con libertad de temas interseccionales, pedir más a la comunidad local y hacer más. Ninguna organización internacional o gobierno financia nuestros proyectos, por lo que podemos centrarnos en lo que queremos. Es una iniciativa local que atiende a una población local.
También participo en el Orgullo Trans y el Orgullo de Estambul. Necesitamos el Orgullo Trans para conectar, crear lugares seguros y celebrar nuestra existencia en un clima en el que no hay ninguna de estas cosas. Tenemos que vernos porque ni siquiera tras la muerte se nos ofrece ningún respeto ni dignidad. No se nos puede enterrar en paz, y ni siquiera podemos reivindicar nuestros recuerdos. En un Estado que no nos da espacio para respirar, tenemos que encontrar alternativas. Siempre hemos estado aquí y siempre estaremos.
Estamos dentro de un círculo vicioso sin salida donde, cada dos semanas, una persona trans desaparece o es asesinada o se quita la vida. Hay muy pocos finales felices.
Can, activista, Turquía
Este año, no hemos tenido una prohibición general del Orgullo en Estambul, pero no publicamos ninguna información como la fecha y la hora. Aun así, la policía sigue actuando como si estuviera prohibiendo eventos y marchas. Vendrán con documentos falsos que ni siquiera tienen la firma de la gobernación del distrito local o con documentos dirigidos a otro distrito, y aun así detendrán y torturarán a gente.
Priorizar nuestra salud mental
En el futuro, las personas LGBTI deben poder acceder a la atención médica adecuada. Nuestra salud mental empeora cada día. Estamos dentro de un círculo vicioso sin salida donde, cada dos semanas, una persona trans desaparece o es asesinada o se quita la vida. Hay muy pocos finales felices, no podemos acceder a nuestros derechos humanos básicos. Afortunadamente, tenemos de nuestro lado a organizaciones como Amnistía Internacional Turquía. Es una de las pocas organizaciones dispuestas a escuchar sin segundas intenciones. Sus campañas han sido cruciales este año.
Necesitamos todo el apoyo que podamos obtener, es un clima increíblemente difícil para las personas trans en Turquía. Si pueden, infórmense de las campañas del Orgullo de Amnistía y envíen un mensaje al ministro del Interior de Turquía diciéndole que exigimos el uso de nuestros derechos constitucionales. No se nos debería detener, torturar y encarcelar por exigir nuestros derechos; merecemos vivir una vida feliz y a salvo donde podamos ser quienes somos.