“La pasividad del gobierno a la hora de proteger a la población de la exposición al aire contaminado en Punyab podría violar sus derechos humanos a la vida y a la salud”, afirmó hoy Amnistía Internacional.
La mayor parte del año, la calidad del aire en Punyab ha sido calificada de “casi insalubre” y “muy insalubre”. Durante la “temporada de niebla tóxica” –desde octubre hasta enero–, la calidad del aire alcanza niveles “peligrosos”, como registran múltiples fuentes independientes, como los controles de la calidad del aire instalados por el consulado de Estados Unidos en Lahore y los datos que recoge la ciudadanía y recopila la Iniciativa Calidad del Aire de Pakistán.
El índice de calidad del aire en Lahore alcanzó 484 a las 10 de la mañana de hoy, hora de Pakistán. El umbral para el nivel “peligroso” de calidad del aire es 300, cuando se aconseja a la población que “evite toda actividad física en el exterior”.
“El elevado nivel de contaminación no es un problema nuevo ni ha llegado de repente. El gobierno de Pakistán debe tomar muchas más medidas para abordar adecuadamente la grave crisis de salud pública, tan grave que pone en peligro la salud e incluso la vida de la población”, dijo Rimmel Mohydin, responsable de campañas de Amnistía Internacional para Asia meridional.
La exposición prolongada o intensa al aire contaminado puede causar problemas de salud graves, como asma, daño pulmonar, bronquitis y problemas de corazón y reducir la esperanza de vida, lo que pone en peligro los derechos a la vida y a la salud de las personas, así como su derecho a un medio ambiente saludable.
Lo que se conoce como “temporada de niebla tóxica” se produce desde octubre hasta diciembre, cuando la mala calidad del combustible, las emisiones incontroladas y la quema de cosechas empeoran la calidad ya insalubre del aire.
Según las conclusiones de 2015 de la revista médica The Lancet, hasta el 22% de las muertes anuales en Pakistán son causadas por la contaminación, y en su mayoría se deben a la contaminación del aire. Las personas de rentas bajas, como los jornaleros y jornaleras, y las personas que trabajan en la construcción y en tierras de cultivo, así como los grupos marginados, son especialmente vulnerables porque la naturaleza de su trabajo las obliga a estar expuestas al aire contaminado todo el día. El hecho de que la atención a la salud no sea asequible para toda la población hace que sólo quienes pueden permitírselo tienen acceso a la atención sanitaria y a otras medidas preventivas para mitigar los efectos de respirar aire contaminado. La escasa visibilidad puede también provocar accidentes y pérdida de vidas.
Las temperaturas más cálidas, resultado directo del cambio climático, crean un entorno propicio para la formación de la niebla tóxica y pueden hacer que el aire se estanque, lo que impide que el aire contaminado salga de la zona.
“La contaminación del aire y la crisis climática están íntimamente ligadas. Agrava las desigualdades existentes y allana el camino para las violaciones de derechos humanos. Si las autoridades siguen paralizando la adopción de esfuerzos concertados para abordar la crisis de contaminación, ésta seguirá destruyendo vidas humanas”, dijo Rimmel Mohydin.
La Comisión de la Niebla Tóxica, nombrada por los tribunales, formuló varias recomendaciones en mayo de 2018, como la adopción e implementación inmediatas del Plan de Acción de Aire Limpio de Punyab, la creación de Mesas de Respuesta a la Niebla Tóxica en los distritos y la adopción de tecnologías adecuadas para reducir las emisiones de contaminantes dañinos procedentes de las fábricas de ladrillos. Estas recomendaciones se han aplicado sólo parcialmente, cuando se han aplicado. Los datos en tiempo real sobre la calidad del aire del Departamento de Protección Medioambiental siguen sin estar públicamente disponibles y no se está haciendo ningún esfuerzo para usar combustible de más calidad.
Hace falta un cambio fundamental en todas las prácticas industriales, agrícolas y de transporte de Pakistán para garantizar que son compatibles con los derechos humanos de la población.
“Algo anda muy mal cuando el aire es tan tóxico que nadie puede respirar sin enfermar. El gobierno ya no puede permitirse perder el tiempo mientras la gente muere asfixiada”, concluyó Rimmel Mohydin.