“Esperamos sinceramente que la información sobre la presencia del coronavirus en la prisión de Evin y otras cárceles de Irán no sea cierta, pero debe servir de alarma para que las autoridades iraníes mejoren las condiciones de reclusión y el acceso a los servicios de salud de todas personas privadas de libertad."
“Reiteramos nuestro llamamiento a dejar a Nazanin en libertad de inmediato y sin condiciones, pues es presa de conciencia y no debería siquiera estar entre rejas.
“Su salud se ha resentido ya de los malos tratos sufridos en la prisión, donde se le negó anteriormente atención médica esencial. Por numerosos casos previos, sabemos que las autoridades iraníes utilizan a veces la negación de atención médica como forma adicional de castigo contra los presos y presa de conciencia, así que el temor por Nazanin es aún mayor.
“El riesgo de infección por coronavirus que corren las personas encarceladas en Irán hace que la necesidad de mejorar las condiciones de reclusión sea aún más urgente. La población reclusa soporta habitualmente condiciones de hacinamiento, falta de higiene y mala ventilación. Sumadas a la negación de atención médica adecuada, tales condiciones agravan a menudo los problemas médicos que padecían ya las personas presas antes de su encarcelamiento o contribuyen a que sufran otros nuevos, a veces con consecuencias irreparables para su salud.
“Aunque todavía no se ha confirmado, la mera posibilidad de que quienes se hallan recluidos en la prisión de Evin corran peligro de contraer el coronavirus es motivo de gran preocupación y representa un panorama estremecedor para Nazanin y las demás personas presas, entre las que hay defensores y defensoras de los derechos humanos.”
Juicio manifiestamente injusto y preocupación constante por la salud
Nazanin Zaghari-Ratcliffe, trabajadora de una organización benéfica, de 41 años y de doble nacionalidad, británica e iraní, fue detenida en el aeropuerto Imán Jomeini de Teherán el 3 de abril de 2016, cuando se disponía a tomar un vuelo a Reino Unido tras haber viajado a Irán con su bebé, Gabriella, para visitar a su familia. En septiembre de 2019, después de haber estado recluida en régimen de aislamiento y sin acceso a un abogado, fue sometida a un juicio injusto ante un tribunal revolucionario de Teherán, que la declaró culpable de “pertenencia a un grupo ilegal” y la condenó a cinco años de prisión.
Está cumpliendo la condena en la infame prisión de Evin de Teherán. Desde que fue encarcelada, ha sufrido un grave deterioro de su salud física y mental, algo sobre lo que su esposo ha llamado reiteradamente la atención en el curso de una campaña de gran repercusión emprendida en su favor. Las solicitudes presentadas por Nazanin para que le concedan periodos de libertad temporal, a los que tiene derecho, se han atendido sólo una vez, concretamente en agosto de 2018, cuando al cabo de tres días tuvo que regresar a la prisión. Amnistía calificó su vuelta a la prisión el 26 de agosto de “demoledora decepción”. Nazanin padece numerosos problemas de salud –entre ellos, dolor severo de brazos, cuello y espalda–, y se teme por su salud mental.
Amnistía ha declarado a Nazanin Zaghari-Ratcliffe, presa de conciencia, encarcelada únicamente por el ejercicio pacífico de su derecho a la libertad de expresión y de asociación. La organización ha pedido reiteradamente a las autoridades iraníes que la dejen en libertad de inmediato y sin condiciones.