Una serie de muertes bajo custodia ha puesto de manifiesto la tortura y las terribles condiciones de reclusión imperantes en una comisaría de El Cairo, donde la semana pasada murieron al menos tres personas. Dos de los fallecimientos se produjeron el mismo día de la semana pasada y, según las autoridades forenses de El Cairo, uno de los cadáveres tenía señales compatibles con torturas u otros malos tratos. Desde abril de 2014 al menos nueve detenidos han perdido la vida en la comisaría de Mattareya, según la información recabada por Amnistía Internacional, aunque hasta ahora las investigaciones han sido poco contundentes y nadie ha rendido cuentas.
“La constante de muertes bajo custodia que puede verse en la comisaría de Mattareya es inquietante. Las autoridades no pueden seguir ocultando bajo la alfombra la existencia de abusos generalizados y las familias se sienten cada vez más frustradas ante la falta de voluntad de las autoridades de exigir responsabilidades a los perpetradores”, dijo Amnistía Internacional. “En lugar de abrir investigaciones reales para arrojar luz sobre las circunstancias de las muertes, las autoridades han anunciado investigaciones con el único fin de reducir las críticas al mismo tiempo que protegen a las fuerzas de seguridad. Los responsables de tortura u otros delitos deben rendir cuentas de sus actos ante la justicia.”
El director de la Autoridad Médica Forense de El Cairo confirmó a Amnistía Internacional que la semana pasada la morgue había recibido los cuerpos de tres hombres que habían muerto en la comisaría de Mattareya. Hace tiempo que la impunidad arraigada y la ausencia de rendición de cuentas casi total por los abusos que cometen las fuerzas de seguridad egipcias representan un desafío.
Los años de impunidad han envalentonado a las fuerzas de seguridad egipcias, que han recibido luz verde efectiva para seguir torturando y maltratando a los detenidos sin sufrir las consecuencias”. Según una lista recopilada por activistas locales y la organización Comisión de Derechos y Libertades de Egipto, desde principios de 2014 se han producido como mínimo 121 muertes bajo custodia en Egipto. Las causas de las muertes varían entre la privación de atención médica, las causas naturales y la tortura.
El director de la Autoridad Médica Forense de El Cairo afirma que han aumentado las muertes en las comisarías de policía debido a que muchas personas condenadas a un año de cárcel o menos cumplen la pena en comisarías en lugar de en prisiones debido al hacinamiento crónico que padecen éstas. Las comisarías de policía no están preparadas para recluir a un número elevado de personas, que como consecuencia padecen unas condiciones de reclusión precarias. Entre los fallecidos, añadió, había tanto detenidos por cargos penales como por cargos políticos.
Las leyes y normas internacionales exigen que la prisión preventiva antes del juicio sea la excepción y no la norma. Deben considerarse otros medios, como la libertad bajo fianza, para garantizar que las personas imputadas y no declaradas culpables aún comparecerán en el juicio. Además, las personas detenidas deben estar recluidas separadas de las condenadas.
Los Estados miembros del Consejo de Derechos Humanos de la ONU habían pedido a Egipto que protegiera a los detenidos de la tortura y otros malos tratos durante el examen periódico universal a que fue sometido este país el pasado mes de noviembre. Egipto negó que hubiera tortura “en las prisiones”, y manifestó también que los perpetradores de torturas habían respondido de sus actos.
“Cuando Egipto vuelva a comparecer ante el Consejo de Derechos Humanos este mes de marzo y se comprometa a hacer reformas en materia de derechos humanos, no podrá negar los terribles abusos que se están cometiendo en sus comisarías de policía”, dijo Hassiba Hadj Sahraoui.
Casos
La semana pasada, el abogado de 28 años
Karim Hamdy murió en la comisaría de Mattareya sólo 48 horas después de su detención. Al parecer, fue torturado hasta la muerte durante un interrogatorio a cargo de dos funcionarios de la Agencia Nacional de Seguridad realizado en la comisaría.
El director de la Autoridad Médica Forense confirmó a Amnistía Internacional que su cadáver tenía señales compatibles con torturas, como costillas rotas. Un testigo presencial que vio el cuerpo de Karim Hamdy en la morgue dijo que estaba cubierto de hematomas rojos y marrones, y que tenía marcas azules alrededor de los ojos y el brazo derecho roto. Sus abogados han insistido en que se haga una autopsia para determinar la causa de la muerte después de que la morgue les ofreciera permitirles llevarse el cadáver sin autopsia. Según los medios de comunicación, el informe forense enviado al fiscal decía que el cuerpo tenía diez costillas rotas y una hemorragia cerebral. El fiscal abrió una investigación y ordenó la detención de dos funcionarios de la Agencia Nacional de Seguridad en relación con esta muerte, pero se ha dictado el secreto de sumario.
Karim Hamdy había sido detenido el 22 de febrero en un asalto a su casa realizado por las fuerzas de seguridad. Un amigo que presenció la detención describió así la escena a Amnistía Internacional:
“Alrededor de ocho miembros armados de las fuerzas de seguridad entraron en el edificio rompiendo la puerta. Dieron golpes en la puerta de su apartamento. Cuando la madre de Karim abrió la puerta, los hombres armados irrumpieron en la vivienda y capturaron a Karim, que aún iba descalzo. Su madre trató de preguntar por qué lo detenían, pero no respondieron. Intentó impedirles que se lo llevaran, pero la apartaron de un empujón y la amenazaron apuntándole con una pistola en la cara.”
Aunque los hombres armados dijeron que se llevaban a Karim Hamdy a la comisaría de policía de Marg para implicar a otros detenidos, sus amigos y el abogado no lo encontraron allí. Tras una larga búsqueda, finalmente averiguaron que se lo habían llevado a la comisaría de Mattareya.
Karim Hamdy fue acusado de pertenecer a un grupo terrorista, protestar sin autorización, poseer armas y usarlas contra la policía durante protestas. Hamdy negó las acusaciones y dijo al fiscal durante el interrogatorio que lo habían torturado para obtener una “confesión” en vídeo. En lugar de investigar sus denuncias de tortura y otros malos tratos, el fiscal envió a Karim Hamdy de regreso a la comisaría de Mattareya, donde fue sometido a más torturas.
Al día siguiente, Hamdy debía regresar a la fiscalía para seguir siendo interrogado, pero nunca llegó. Cuando sus abogados acudieron a la comisaría de policía y preguntaron por él, descubrieron que había muerto.
El mismo día, 24 de febrero, también murió en la comisaría de policía de Mattareya
Emad el Attar. El director de la Autoridad Médica Forense dijo a Amnistía Internacional que su muerte se debió a la falta de ventilación en una celda masificada.
Un testigo que no desea hacer público su nombre por motivos de seguridad dijo:
“Emad era una persona religiosa conservadora y por eso fueron a por él las fuerzas de seguridad. Los funcionarios lo obligaban a dormir en el aseo de la celda. Le vertían encima agua fría por la noche y le impedían ver a su familia durante las visitas. Como práctica habitual, las fuerzas de seguridad insistían en que su familia diera dinero y cigarrillos a los guardias para que les permitieran visitarlo. El día de su muerte se estaba asfixiando por la falta de ventilación y el exceso de humo de los cigarrillos en la celda. Sus compañeros de celda golpearon la puerta de ésta para avisar a las fuerzas de seguridad de que Emad estaba muy mal. Los agentes respondieron diciendo: ‘Avisad cuando esté muerto y lo sacaremos.’”
Las fuerzas de seguridad lo sacaron finalmente de la celda, después de que los demás detenidos siguieran insistiendo. Emad murió antes de llegar al hospital de Mattareya.
Emad el Attar había sido detenido el 30 de enero de 2015 tras una protesta contra el régimen militar. Lo llevaron a la comisaría de Mattareya, donde según informes lo golpearon y le aplicaron descargas eléctricas, y fue acusado de pertenecer a un grupo prohibido, convocar protestas y usar la violencia contra la policía. No comunicaron su paradero a sus abogados y su familia, que lo buscaron durante siete días hasta que finalmente averiguaron que estaba en la comisaría de Mattareya.
Según el director de la Autoridad Médica Forense, la tercera muerte en la comisaría la semana pasada fue la de
Mostafa Mahmoud, de 28 años, ocurrida el 22 de febrero. Según informes médicos, había estado en una postura en tensión ocho horas antes de que lo llevaran al hospital, donde murió. Aún no se ha confirmado la causa de la muerte.
Condiciones de reclusión terribles
Según un ex detenido que estuvo 45 días en la comisaría de Mattareya hacia junio de 2014, los calabozos están gravemente masificados y los detenidos suelen estar en condiciones inhumanas y precarias, pues se encierra al menos a 70 personas en celdas mal ventiladas concebidas para albergar a un máximo de 20 reclusos. Los detenidos suelen estar vestidos sólo con la ropa interior debido al calor sofocante del calabozo.
El testigo afirma que al menos cuatro personas murieron asfixiadas cuando estaba detenido allí y que la policía no respondió con la suficiente rapidez para salvarlas. Dijo que no se informó de todas las muertes.
Además, se obligaba a los detenidos a pagar 20 libras egipcias (2,62 dólares estadounidenses) al día para disponer de un espacio en la celda para estar de pie; en caso contrario, les daban una paliza y los encerraban en el aseo o en sus proximidades. Si un detenido quería un sitio más cómodo, por ejemplo, donde pudiera apoyar la espalda contra la pared, el precio subía a 50 libras egipcias (6,56 dólares). El dinero lo recogía un cabecilla que lo pasaba a funcionarios de seguridad de bajo rango.
El testigo también dijo que había exceso de humo de cigarrillos y drogas.
Un representante de la Comisión de Derechos y Libertades de Egipcio que visitó a los detenidos en la comisaría dijo que la duración de la visita se limitaba a cinco minutos. También presenció a unos agentes de policía pegando a un detenido y obligándolo a regresar a su celda gateando.
Según ex detenidos de la comisaría de Mattareya, ésta tiene tres plantas. En la segunda planta hay tres celdas de unos 2 x 3 metros cada una. Las salas de interrogatorio que los lugareños conocen como “cámaras de tortura” están en la tercera planta.
Información complementaria
Las muertes de Karim Hamdy y Emad el Attar no son las primeras debidas presuntamente a torturas, otros malos tratos o condiciones de reclusión precarias en la comisaría de policía de Mattareya.
Ezzat Abdel Fattah, funcionario de 46 años del Ministerio de Economía, murió en la comisaría de Mattareya en mayo de 2014 tras ser torturado por agentes de policía. Su familia dijo a Amnistía Internacional que el cuerpo tenía hematomas y quemaduras de cigarrillo. Le habían arrancado las uñas de las manos y tenía al menos seis costillas rotas. Un informe forense concluyó que había muerto debido a una hemorragia cerebral, rotura de costillas y otras lesiones consecuencia de golpes. Su hijo dijo a Amnistía Internacional que lo habían detenido tras discutir con sus vecinos, que tienen estrechos lazos con agentes de la comisaría de Mattareya.
Mostafa Al Aswany, estudiante de 25 años, también murió en la comisaría de Mattareya como consecuencia de tortura y palizas en abril de 2014. Mostafa fue detenido en un cibercafé junto a otras personas y fue acusado de crear una página de Facebook que incitaba a la violencia contra la policía y el ejército. Su madre dijo que vio hematomas en la cara y el cuerpo cuando lo visitó en detención y que Mostafa se había quejado de que lo habían pegado otros presos que no le dejaron dormir. También dijo que fue torturado durante el interrogatorio. Mostafa murió unos días después de su detención; su madre dijo que tenía marcas de golpes en todo el cuerpo.
Ahmed Ibrahim murió en la comisaría de Mattareya en junio de 2014, tras ser trasladado desde la prisión de Borg Al Araba a la comisaría para ser puesto en libertad. Se había quejado varias veces a su padre de las malas condiciones en las que estaba recluido, diciendo que la celda estaba demasiado masificada y llena de humo de cigarrillos, por lo que no podía respirar. El día que murió, Ahmed Ibrahim llamó a su padre y le dijo que se asfixiaba y que necesitaba ayuda urgente. Su padre trató de que lo trasladaran a otra comisaría, pero las autoridades se negaron y lo obligaron a salir de la comisaría. Entonces trató de llamar a una ambulancia para su hijo, pero los agentes de policía se negaron a permitir la entrada de nadie alegando que la ambulancia no había sido llamada por la policía.