Según la Red Siria de Derechos Humanos, más de 198.000 personas residentes en Daraa tuvieron que desplazarse desde el 19 de junio, cuando el gobierno sirio, apoyado por Rusia, intensificó los ataques contra pequeñas ciudades y pueblos densamente poblados de la zona en una ofensiva para expulsar a los grupos rebeldes.
El fin de semana del 30 de junio y 1 de julio, la población local suplicó desesperada la protección de la comunidad internacional ante la escalada de los ataques del gobierno sirio, con el apoyo de Rusia, tras el fracaso de las negociaciones con los grupos armados. Algunos contaron a Amnistía Internacional que siguen expuestos a sufrir bombardeos aunque hayan huido de sus casas porque el foco de los ataques se desplazó a las zonas donde se asientan las personas recién desplazadas.
“Los habitantes de Daraa están atrapados en la práctica, y otros muchos que tuvieron que desplazarse viven en tiendas de campaña provisionales, soportando un calor asfixiante y sin suficiente comida, agua o asistencia médica, y con el miedo constante a sufrir ataques en cualquier momento. La frontera de Jordania es la única puerta de salida hacia un lugar seguro”, señal Lynn Maalouf, directora de investigación de Amnistía Internacional para Oriente Medio.
“Entre otros horrores, tenemos pruebas de que las fuerzas gubernamentales sirias, apoyadas por Rusia, han dirigido reiteradamente sus ataques contra hospitales, sobre todo en las zonas a las que huyó la gente; esta estrategia viene repitiéndose a lo largo de todo el conflicto. Tales ataques son violaciones flagrantes del derecho internacional y causan un sufrimiento inconcebible.”
Aún no es tarde para salvar vidas. “Pedimos a todas las partes del conflicto que permitan una salida segura de la zona a los civiles que deseen huir de los combates, y, al gobierno jordano, que abra sus fronteras a todas las personas que huyen del sur de Siria. Es también fundamental que las organizaciones humanitarias tengan acceso sin trabas a Daraa, para que puedan distribuir ayuda humanitaria para la supervivencia.”
Hospitales destruidos
Según contaron trabajadores médicos a Amnistía Internacional, los hospitales de campaña instalados en Al Harak, Busr al Harir, Mseifra, Seida y Al Jiza fueron algunos de los primeros objetivos de los bombardeos del gobierno. El número de personas desplazadas está incrementando la presión sobre los hospitales que quedan en Daraa, que ya trabajan en condiciones desesperadas.
Un enfermero de la localidad de Nawa habló con Amnistía Internacional el 27 de junio y explicó que el hospital de campaña en el que trabaja sólo funciona parcialmente debido a los ataques diarios y al gran número de personas desplazadas: “Ahora mismo estoy en el hospital, pero no podemos dar servicio por culpa de los continuos ataques. No estamos a salvo, sobre todo porque los hospitales son objetivos prioritarios del gobierno”.
Un médico que también trabaja en Nawa contó que, debido a las restricciones a la ayuda humanitaria, los hospitales ni siquiera tenían equipamiento básico: “Actualmente faltan muchos suministros médicos, como anestésicos y gasas. Escasean los materiales empleados en cirugía ósea, e incluso la anestesia local. Últimamente, la ayuda humanitaria es muy limitada. Pasan cuatro o cinco meses entre un convoy de ayuda médica y el siguiente”.
Un enfermero describió así el bombardeo indiscriminado que había destruido el hospital de Al Jiza, donde trabajaba, el 27 de junio: “Tras la oración del mediodía, cayeron bombas cerca del hospital, a una distancia de entre 10 y 20 metros del hospital, y tuvimos a pacientes heridos [...] Luego atacaron el propio hospital, destruyendo el ala norte del edificio. Reanudamos el trabajo, dejando a los heridos en la planta baja, y nos refugiamos en la sección de radiología para no ser alcanzados. Después fueron atacadas las inmediaciones del hospital, y el ala norte del edificio quedó destruida (la pared se derrumbó), y quedamos al descubierto. No podíamos hacer nada. Dejamos a los pacientes y salimos corriendo”.
“Lloviendo bombas”
Amnistía Internacional habló con 10 personas, que describieron ataques con bombas de barril, bombas lanzadas desde el aire y cohetes.
Una persona que había huido de Mseifra la noche del viernes (29 de junio) contó a Amnistía Internacional:
“Mi familia y yo nos marchamos en cuanto se anunció el acuerdo de alto el fuego, porque era demasiado arriesgado hacerlo durante los ataques. Oí que algunas familias habían muerto víctimas de los ataques aéreos cuando huían hacia la frontera con Jordania. Yo prefería quedarme, pero los ataques eran insoportables y, a los pocos días, nos fuimos. Hemos visto lo que pasó en Guta Oriental, así que sabemos que el gobierno no piensa parar hasta tener el control de todas las zonas de Daraa.”
Otro residente contó el 27 de junio que había tenido que desplazarse dos veces, y que el gobierno parecía atacar intencionadamente las localidades y pueblos donde se había refugiado la gente tras huir de la parte oriental de Daraa. Dijo: “Me trasladé con mi familia a Mseifra, pero entonces el gobierno sirio empezó a atacar indiscriminadamente la localidad, que ya albergaba a miles de personas [...] Los ataques contra Mseifra empezaron hace cuatro días, pero ayer era un infierno; por eso me fui. Llovían las bombas sobre nuestras cabezas”.
Un periodista que vive en Jordania contó a Amnistía Internacional el 26 de junio que su madre, de 83 años, y su hermano, con discapacidad de aprendizaje, habían huido a la localidad oriental de Al Harak la semana pasada. Dijo: “No tienen a donde ir, así que están viviendo en una tienda improvisada que mi madre consiguió montar en un campo. Me siento impotente al no poder ayudarlos. La frontera jordana está cerrada, así que no tienen forma de venir a vivir conmigo [...] No tienen acceso a ninguna ayuda humanitaria y dependen de los alimentos que les da la gente. Hace demasiado calor a la intemperie”.
Recomendaciones de Amnistía Internacional
Amnistía Internacional pide a las fuerzas gubernamentales de Siria y a Rusia que pongan fin de inmediato a todos sus ataques contra civiles e infraestructuras civiles, y a los ataques indiscriminados y desproporcionados. Los ataques desproporcionados u otro tipo de ataques indiscriminados que matan o hieren a civiles y los ataques directos contra civiles son crímenes de guerra con arreglo al derecho internacional.
Amnistía Internacional pide a todas las partes del conflicto que permitan una salida segura a los civiles que deseen huir de los combates, así como el acceso sin restricciones de las organizaciones humanitarias a Daraa.
Amnistía Internacional pide asimismo al gobierno de Jordania que permita buscar protección en Jordania a los civiles que huyen del conflicto; además, reitera su llamamiento a la comunidad internacional para que ofrezca apoyo pleno y significativo a Jordania y a otros países de la región que acogen a gran cantidad de refugiados que han huido de Siria.