Fuerzas armadas turcas y, en menor medida, fuerzas kurdas, están realizando ataques indiscriminados en las poblaciones sirias de Afrín y Azaz, respectivamente, en el norte de la gobernación de Alepo matando a decenas de civiles, según testimonios de testigos obtenidos y verificados por Amnistía Internacional.
La organización entrevistó a 15 personas que vivían en ciudades y pueblos de Afrín y Azaz —o que fueron desplazadas recientemente de ellos—, que describieron un oscuro panorama de bombardeos indiscriminados cometidos supuestamente por ambas partes. El Cuerpo de Verificación Digital de Amnistía pudo corroborar muchas de estas afirmaciones mediante análisis de vídeos.
“Los combates en Afrín entre fuerzas turcas y fuerzas kurdas apoyadas por Estados Unidos causaron numerosas muertes de civiles y están poniendo en peligro la vida de cientos más”, afirmó la directora de Investigación de Amnistía Internacional para Oriente Medio.
“Los informes de bombardeos de pueblos y zonas residenciales de ciudades son enormemente preocupantes. El derecho internacional humanitario prohíbe el uso de artillería y otras armas explosivas poco precisas en zonas civiles y todas las partes deben cesar inmediatamente estos ataques”.
Según la Media Luna Roja kurda, los ataques militares turcos terminaron con la vida de 93 civiles e hirieron a 313 personas, entre ellos hay 51 niños y niñas. Mientras tanto, las fuerzas kurdas de las Unidades de Protección del Pueblo (YPG, por sus siglas en kurdo) que bombardean la ciudad de Azaz mataron a cuatro personas, una de las cuales era una niña de nueve años.
El análisis del Cuerpo de Verificación Digital de Amnistía coincidía con algunos de los testimonios recibidos de residentes de Afrín y Azaz, como un ataque cometido el 18 de enero contra un hospital de Azaz que según informes causó la muerte de una paciente y heridas a 13.
La violencia en la región se intensificó después de que el gobierno turco anunció el 20 de enero el comienzo de una ofensiva militar con el nombre en clave de “Rama de Olivo” contra Afrín, atacándola desde varios frentes, incluidos los pueblos de Jenderess, Shara, Balbali, Shih, Rajo y Al Shahba.
Denuncias de ataques de las fuerzas turcas
Según la Media Luna Roja kurda, entre el 22 de enero y el 21 de febrero de 2018, perdieron la vida 93 civiles, 24 niños y niñas entre ellos. Otras 314 personas, todas ellas civiles, resultaron heridas, de las que 51 eran menores de edad.
Personas que viven en los pueblos de Jenderess, Rajo y Maabatli —pertenecientes al distrito de Afrín— contaron que sufrieron horas de bombardeo indiscriminado incluso después de que las fuerzas turcas prometieran garantizar la protección de la población civil. Algunas huyeron de sus casas y vieron cómo morían sus vecinos.
Zeina, residente de Jenderess, pueblo situado a siete kilómetros de la frontera turca, contó a Amnistía Internacional:
“Al principio sentimos alivio al oír y ver una declaración del gobierno turco en televisión que decía que no iban a bombardear zonas civiles... Pero todo era mentira. Nunca vi bombardear así, las bombas caían sobre nosotros como lluvia”.
Sido, que vive en Maabatli, contó cómo, el 25 de enero, una bomba alcanzó la casa de su vecino y mató a cinco de los seis miembros de la familia:
“El ataque destruyó totalmente la casa, matando al padre, la madre y a tres hijos menores de 15 años, y una cuarta hija estuvo varias horas bajo los escombros. Sobrevivió, pero está en estado crítico [...] No hay cuarteles militares cerca de la casa [...] El frente más próximo está a 41 kilómetros, en la frontera”.
El Cuerpo de Verificación Digital pudo confirmar de forma independiente este ataque mortal en Maabatli.
Hussein, que vive en Jenderess, vio cómo las bombas, que los residentes creen fueron lanzadas por la artillería turca, mataron a su vecina el 21 de enero. Contó:
“Estábamos desayunando hacia las 8 de la mañana cuando oímos explosiones [...]
empacamos lo que podíamos llevarnos y huimos a un sótano a unos 200 metros de nuestra casa. En el camino vimos a Fatme, nuestra vecina de 60 años. Mi madre le dijo que viniera con nosotros, pero ella respondió que iría enseguida. En cuanto llegamos oímos una enorme explosión. Salí y fui hacia el humo porque temía que mi casa hubiera resultado alcanzada. Al llegar vi que un proyectil había caído a unos 50 metros de mi casa. Había caído en la casa de Fatma, que murió al instante”.
La mayoría de la población no estaba preparada para este ataque contra zonas residenciales y tuvo que meterse como pudo en sótanos llenos de gente sin tiempo para abastecerse de comida o agua, con la esperanza de que las bombas no les alcanzaran.
Denuncias de ataques de las fuerzas de las YPG
Personas que residían en Azaz describieron a Amnistía Internacional ataques indiscriminados supuestamente cometidos por fuerzas kurdas que afectaron viviendas y hospitales. Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, desde mediados de enero, las Fuerzas Democráticas Sirias aliadas a los combatientes de las YPG cometieron varios ataques contra la ciudad.
Mustafa, activista de los medios de comunicación de Azaz, contó a Amnistía Internacional que había visto los efectos de un ataque del 5 de febrero en el que murió una niña y cinco miembros de su familia resultaron heridos.
“El bombardeo de Azaz por los kurdos empezó con la Operación Rama de Olivo en enero. El bombardeo es diario, y desde hace poco está dirigido contra la población civil en el centro de Azaz. No atacaron ninguno de los puntos militares. El objetivo principal son los civiles. Hace ya años que no tenemos ninguna presencia militar en las zonas residenciales de Azaz.
“El 5 de febrero presencié el peor ataque. Un cohete lanzado por el PKK [se refiere a las fuerzas de las YPG] alcanzó un auto [...] Una niña de nueve años murió inmediatamente y cinco miembros de su familia resultaron gravemente heridos. Los llevaron a Turquía. No sé si sobrevivieron. El auto estaba en llamas. Fue horrible verlo”.
Saed, farmacéutico que trabaja en un hospital psiquiátrico, creía que las fuerzas armadas kurdas eran responsables de un ataque que alcanzó al hospital el 18 de enero. Contó a Amnistía Internacional:
“Estamos seguros de que nos atacaron desde Afrín, bajo el control del PKK, porque vimos la trayectoria del cohete, que creemos que es un Katiusha, y dónde alcanzó al hospital. El ataque causó heridas a 13 pacientes mujeres, dos de las cuales están en estado crítico, y la muerte de una. El ala de mujeres quedó destruida a consecuencia del ataque.
El centro psiquiátrico está junto a un orfanato y otro hospital civil. No hay ninguna presencia militar cerca del centro psiquiátrico y los tres edificios están a kilómetros de cualquier línea de frente”.
El Cuerpo de Verificación Digital de Amnistía Internacional geolocalizó y verificó dos vídeos que muestran las consecuencias y los daños del hospital psiquiátrico que describió Saed.
Además, varios misiles y proyectiles de mortero cayeron en zonas residenciales dentro de Turquía. El gobierno turco informó de que, a fecha 5 de febrero, habían muerto siete civiles y 113 habían resultado heridos como consecuencia de estos ataques.
“El conflicto de Siria está infligiendo un sufrimiento insoportable a quienes viven allí, y las partes en conflicto sistemáticamente no adoptan las precauciones necesarias para garantizar la protección de la población civil”, concluyó la directora de Amnistía Internacional para Oriente Medio.
“Estados Unidos, Rusia y otros Estados deben usar su influencia y presionar a las partes implicadas para que pongan fin a los ataques ilegítimos y garanticen que se respeta el derecho internacional humanitario”.