«Amnistía Internacional es un movimiento de
más de 10 millones de personas comprometidas para defender a aquellos a quienes se les ha negado justicia o libertad.»
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Las mujeres y niñas afganas corren grave peligro ¡firmá para exigir su protección!
El 15 de agosto, los talibanes tomaron el poder en Afganistán. Y con eso, el control sobre los derechos humanos de las personas que viven allí, poniendo en riesgo, especialmente, a mujeres y niñas.
Hasta entonces, las mujeres y niñas afganas podían ir al colegio y universidades, ser dueñas de sus propios negocios y ocupar cargos políticos. Pero ahora, la gran mayoría tienen que quedarse en casa hasta que las leyes vuelvan a tenerlas en cuenta.
El derecho a la educación está restringido para la inmensa mayoría de las niñas de secundaria. Su vuelta a las clases, prevista el 23 de marzo de 2022, fue efímera. Ese mismo día, los talibanes enviaron a casa a las niñas, alegando un “problema técnico” relativo a sus uniformes. Cuatro meses después, los talibanes siguen negando el acceso a la educación a las niñas.»
Los talibanes violan los derechos de las mujeres y las niñas a la educación, al trabajo y a la libre circulación; detienen a mujeres y niñas por infracciones menores de normas discriminatorias como “corrupción moral” ; y promueven el aumento de matrimonios precoces y forzados.
Las mujeres afganas ya habían conseguido avanzar en muchos derechos durante los últimos 20 años a pesar de la inestabilidad política y el conflicto en Afganistán. Y ahora podrían perder todo lo que habían logrado con la presencia de los talibanes.
Mujeres y niñas de todo Afganistán reaccionaron a esta represión con una oleada de protestas. En respuesta, los talibanes hostigaron a las manifestantes y las sometieron a abusos, detenciones y reclusiones arbitrarias, desapariciones forzadas, y torturas físicas y psicológicas. Un equipo de investigación de Amnistía Internacional visitó Afganistán en marzo de 2022 donde realizó una exhaustiva investigación durante 10 meses.
Una de las mujeres afganas entrevistadas por la organización contó:
“Nos pegaban en los pechos y entre las piernas. Lo hacían para que no pudiéramos mostrarlo al mundo. Un soldado que caminaba cerca de mí me pegó en el pecho y dijo: ‘Puedo matarte ahora mismo y nadie dirá nada’. Esto pasaba cada vez que salíamos: nos insultaban físicamente, verbalmente y emocionalmente”.
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