Hasta hace poco, Mikita Zalatarou era un adolescente como tantos. Le gustaba jugar a Minecraft y escuchar música rap. Hoy, este adolescente de 17 años, que además tiene epilepsia, está atrapado en un mundo peor que el infernal Nether de Minecraft.
Todo comenzó en agosto de 2020, explica su padre, cuando
Mikita estaba esperando a un amigo en la plaza principal de la ciudad de Gómel, en el sureste de Bielorrusia. Cerca de allí se celebraba una manifestación en gran medida pacífica para protestar por los resultados de las recientes elecciones presidenciales, y la policía acudió al lugar. Según el padre de Mikita, la multitud echó a correr y alguien le dijo a Mikita que corriera también, y así lo hizo.
Al día siguiente, 11 de agosto, unos agentes de policía se presentaron en casa de Mikita,
lo golpearon y acusaron de lanzar un cóctel molotov contra dos agentes la noche anterior, y se lo llevaron detenido. Mientras estaba bajo custodia fue agredido con una porra eléctrica e interrogado sin que hubiera presente un abogado o una persona adulta responsable, y permaneció seis meses recluido antes de que lo llevaran a juicio.
Mikita fue declarado culpable de disturbios multitudinarios y uso de explosivos ilegales; sin embargo, en las imágenes de vídeo presentadas como prueba no se lo ve participando en actos de violencia. Tampoco se mencionaban disturbios multitudinarios en los informes de medios de comunicación sobre las manifestaciones. Aun así, la autoridad judicial condenó a Mikita a cinco años de reclusión en una colonia penitenciaria educativa para menores.