Facundo Astudillo Castro

 

 

 107 días de desaparición y tres años de misterio: ¿Qué hizo la policía con Facundo Astudillo Castro? 

 

En la vida de Cristina hay un antes y un después. La desaparición de su hijo Facundo Astudillo Castro es una bisagra. “Yo era otra persona, era una persona que salía, era alegre”, recuerda. Ahora no. Ahora Cristina es otra: “Es como que todo el mundo siguió y yo quedé en pausa. Mi vida, quedó en pausa. Yo vivo el paso del tiempo con dolor”. 

 

Pronto serán tres años de la aparición del cuerpo de Facundo. Había salido de la casa de Cristina el 30 de abril de 2020, en las primeras semanas de la pandemia. Trataba de llegar desde Pedro Luro hasta Bahía Blanca, un recorrido que en auto demora aproximadamente una hora y media por la ruta nacional 3. Facundo nunca llegó. Su cuerpo fue encontrado 107 días más tarde.

 

Qué pasó con Facundo

Facundo tenía 22 años, trabajaba en una cervecería y era militante social. Junto a otros jóvenes ligados a la juventud kirchnerista participaba de un espacio conocido como “El Semillero” que había adoptado la vieja estación ferroviaria como punto de encuentro. Trataba de llegar a Bahía Blanca a dedo para ver a su ex pareja. 

La investigación judicial ya pudo acreditar que en su camino se cruzó con la policía bonaerense. Primero en Mayor Buratovich donde le labraron un acta por incumplimiento de la cuarentena. Los peritajes en los teléfonos celulares de los agentes permitieron recuperar una foto del DNI de Facundo y otra de él, de espaldas a la cámara y de frente a un patrullero. Habían sido borradas.

 

El segundo encuentro con la policía bonaerense habría sido en Teniente Origone, a 70 kilómetros de Bahía Blanca. La policía asegura que eso fue todo. Que lo intimaron a volver a su casa a cumplir el aislamiento social y que no volvieron a verlo. El cuerpo de Facundo apareció esqueletizado a incompleto en un cangrejal en Villarino Viejo. La autopsia habla de asfixia por sumersión. Las circunstancias en las que se dio esa muerte se trabajan en una causa compleja de la que ya fueron apartados una jueza y un fiscal por el desempeño de sus funciones.

 

“Lo tenían marcado”

Pedro Luro está dividido por la vía. Es una marca geográfica pero es principalmente una marca social. “Ese estigma que tiene este pueblo no lo ha podido borrar nadie: de un lado son todos negros, del otro lado cambla clase social”, explica la mamá de Facundo. Es una marca de nacimiento. Si cruzas a vivir del otro lado no importa. Vas a seguir siendo un ‘negro de atrás de la vía’. Y los negritos no importan”, lamenta Cristina. Su propia casa es una casa ferroviaria, ampliada a través de los años con esfuerzo. En invierno se calienta con leña: una salamandra en la que apoya la pava de un mate permanente, incluso de noche. “Es que duermo poco. Los familiares de víctimas en general no dormimos demasiado”, explica resignada. 

 

Ella les enseñó a sus hijos a estar orgullosos de su identidad. “Les tocó nacer del lado donde se trabaja y no hereda”, solía decirles. Cristina llegó a Pedro Luro desde San Juan cuando tenía 13 años para trabajar en la cosecha de cebolla. No se fue nunca más. Facundo también trabajó en el campo cuando tenía 17 años y estaba ahorrando para comprarse una moto. 

 

“Facu sentía que lo tenían marcado: por la forma de vestirse, por rapear, por la visera”, asegura su mamá. Recuerda que era habitual que la policía maniobrara sus camionetas sobre la huerta que Facundo había armado con otros compañeros al lado de la estación. Al lado de la vía. 

 

Sin colaboración. Sin detenidos. 

En 2020 Cristina estuvo en la quinta de Olivos. Fue después de que hallaran el cuerpo pero antes de que el ADN confirmara que se trataba de Facundo. El presidente Alberto Fernández la recibió en una reunión privada. Volvió a hablar públicamente del caso después de la identificación: hizo público su apoyo y sumó el del gobernador Axel Kicillof. Pero el ministro Sergio Berni respaldó a la policía en cada instancia, sin quejas de nadie en el poder ejecutivo. "Nadie quiere un muerto en su gestión", se lamenta. 

 

Cristina repasa los hechos que no puede terminar de comprender: una testigo con lazos familiares a los policías, una implicada que se niega a dar la clave de su celular. “Pasaron tres años y vivir esta causa tan lenta es como estar agonizando. Me están consumiendo”, asegura Cristina. Desde hace 3 años, sus abogados son Luciano Peretto y Leandro Aparicio y la Comisión Provincial por la Memoria, vienen reclamando el avance de la investigación junto con Cristina. Esta cansada y triste: Ya ni se seca las lágrimas. 

 

Sigue viviendo en la misma casa donde vio por última vez a Facundo. Sigue trabajando en la misma estación de servicio. A veces las camionetas de la policía paran a cargar, quizás hacen una pausa y entran a pedir un café. Cristina se queda en la cocina para no cruzarlos. “Siguen gozando de su libertad. Ni detenidos, ni suspendidos, ni nada”, explica. Cristina es la que todavía espera.