Amnistía Internacional presentó el informe El vergonzoso naufragio de Europa
22 de abril de 2015.- “Tenía que irme de Libia. Quedarme o volver a mí país hubiera sido demasiado peligroso… Los traficantes nos contaron: éramos 107 personas en mi bote… La gente se caía al agua, pero nadie podía ayudar. Aquellos que caían al mar trataban de subir al bote de nuevo pero no lo conseguían. Vi a tres personas desapareciendo en el agua. Otros murieron por otras razones, tal vez falta de comida o de agua… Sólo Dios sabe lo que sentí cuando vi a otros muriendo… Sólo quedamos siete cuando llegaron los equipos de rescate”.
Ese es el testimonio que dio a Amnistía Internacional Lamin, un joven de 24 años de Malí, que sobrevivió a uno de los cuatro naufragios que se produjeron en el Mar Mediterráneo el último 8 de febrero. En el informe El vergonzoso naufragio de Europa. La omisión de rescate a refugiados y migrantes la organización muestra datos que reflejan la magnitud de la catástrofe en el Mediterráneo y reúne una cantidad de testimonios de sobrevivientes que describen el impacto en la vida y los derechos de las personas.
“Escapé de mi país porque mi familia me amenazó después de que yo dijera que no quería que mi hija fuera cortada (sometida a mutilación genital femenina)… Los traficantes estaban armados. Algunos de nosotros estábamos asustados y no queríamos ir, pero nadie podía echarse atrás. No nos dieron un mapa ni ninguna otra cosa. Solamente nos dijeron: vayan siempre derecho y llegarán a Italia”.
Ese es el relato de Jean, un hombre de 34 años de Costa de Marfil que sobrevivió a un naufragio producido el último 22 de enero. Ese día, 34 personas murieron en el mar de las 122 que estaban en un bote rescatado por las Fuerzas Armadas de Malta. Los sobrevivientes, que fueron alojados en un centro de detención de inmigrantes en Malta, contaron a Amnistía Internacional que habían partido de Libia una semana antes sin agua, sin comida, sin teléfonos y sin salvavidas. Estaban tan apretados en su pequeño bote inflable que no podía sentarse o acostarse para dormir. Al cabo de unos días se quedaron sin combustible y comenzó a entrar agua en el bote. No tenían recipientes para sacar el agua y a la mayoría se les congelaron los pies.
El informe muestra que la decisión de poner fin a Mare Nostrum, la operación humanitaria de la Marina italiana, al final de 2014, ha contribuido a un dramático aumento de las muertes de migrantes y refugiados en el mar. Si se confirman las cifras de los últimos incidentes, en lo que va de este año habrán perdido la vida 1.700 personas, 100 veces más que durante el mismo periodo de 2014.
El 8 de febrero de 2015, tras una llamada de socorro, los guardacostas italianos se adentraron en alta mar, con temperaturas glaciales, para rescatar a 105 personas que viajaban en un bote atestado. La embarcación formaba parte de un grupo de cuatro que había salido de Libia el día anterior. Ese día murieron en total más de 330 refugiados y migrantes. Aparte de dos barcos comerciales que estaban en la zona, sólo estaba disponible para prestar ayuda la guardia costera italiana.
Pero los medios de los dos barcos patrulleros fueron insuficientes para proporcionar calor y cobijo a los rescatados y 29 de ellos murieron de hipotermia a bordo. Salvatore Caputo, enfermero de uno de los barcos guardacostas, dijo a Amnistía Internacional: “Para mantenerlos en calor les hicimos dar vueltas dentro de la cabina, pero fue todo muy difícil… Me sentí totalmente furioso: salvarlos y luego ver cómo morían así”.
Amnistía Internacional está reclamando a los gobiernos europeos que tomen medidas inmediatas y efectivas para poner fin a una catástrofe que está causando la muerte de miles de personas migrantes y refugiadas. La operación humanitaria para salvar vidas en el mar debe contar con buques adecuados, aviones y otros recursos, que patrulle donde haya vidas en peligro.
Para conocer el informe completo pueden ingresar en el siguiente link